Rosario Ballester presentó el pasado lunes su renuncia a la Alcaldía de Albatera. La regidora ha estado casi cuatro meses de baja médica y, con su vuelta a la actividad política, decidió poner fin a su etapa como presidenta de la corporación. Según el pacto sellado al principio de mandato entre PSOE, Ciudadanos y UPyD, la vara de mando debería de volver a los socialistas, pero eso no está del todo claro porque el tripartito ha perdido la mayoría absoluta. Con ese panorama, Ballester se lo pensó dos veces, dio marcha atrás y decidió seguir en el cargo. ¿Hasta cuando? Eso es algo que no se sabe y que negociará en los próximos días con el resto del equipo de gobierno.

La situación política que se vive en Albatera tiene un futuro incierto. Los tres partidos que consiguieron en 2015 desbancar del poder al PP establecieron que la Alcaldía sería rotatoria. El primer año gobernó Rosa Guillén (PSOE) y, tal y como se fijó en el pacto, el segundo año el bastón de mando pasaría a Rosario Ballester (UPyD). Y así fue. Ahora Guillén debería de recuperar la Alcaldía, pero el tripartito cuenta con un apoyo menos, pues la edil Mila Pérez abandonó el grupo socialista y pasó al grupo de los no adscritos.

Así las cosas los números no salen y el tripartito tiene ante sí dos opciones: seguir como hasta ahora y que Rosario Ballester agote el mandato como alcaldesa, o convocar un pleno para elegir a un nuevo regidor y arriesgarse a no sumar los apoyos necesarios y que el PP vuelva a coger las riendas. Lo que está claro es que si se convoca esa sesión plenaria, el futuro político de Albatera estará en manos de la edil no adscrita. Con su voto puede dar un golpe de timón y cambiar al gobierno o perpetuarlo hasta 2019. Si decide no apoyar a nadie y abstenerse, los populares, con 8 concejales, recuperarían el poder al ser la lista mas votada y aunque el tripartito cuenta con otros 8 ediles.

Toda esta situación ha provocado una escalada de tensión en los últimos meses en el seno del tripartito, una tensión que ha crecido recientemente con el aumento de un 18% de los recibos del IBI. Eso es algo que ha sido criticado sin ambigüedades por la edil no adscrita, que asegura que el impuesto se subió por voluntad única del gobierno municipal y que se ha tratado de engañar al pueblo asegurando que era responsabilidad del Ministerio de Hacienda. Con todo ello hay voces que piden que se cumpla lo pactado y que el PSOE recupere, o al menos lo intente, la Alcaldía. Otros, en cambio, prefieren quedarse como están y seguir gobernando hasta 2019 con Ballester como alcaldesa.