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Medio Ambiente

Una plaga que nadie puede parar en la Vega Baja: el cactus de Arizona

La Sierra de Orihuela vuelve a tener numerosos ejemplares de esta invasiva planta, también presente en el Monte de San Miguel

Un ejemplar en el Monte de San Miguel, frente al Palmeral y San Antón.

Cuando un empresario decidió plantar en su jardín de Orihuela unos cactus de largas espinas, difíciles de encontrar en nuestro país, a buen seguro que no podía imaginar el daño medioambiental que iba a provocar. Pronto descubriría la habilidad de esta planta para expandirse sin control. Fue entonces cuando decidió deshacerse de ella tirando todos los plantones en una escombrera de Montepinar. Un gran error de graves consecuencias que aún hoy, unos cuantos años después, siguen siendo devastadoras. No tardaron los artejos del cactus en tomar un nuevo territorio, la Sierra de Orihuela. «Un pequeño esqueje de este cactus es capaz de crecer incluso sobre una roca» explica Juan Ignacio Caballero, de la Asociación Castillo de Orihuela.

Nos referimos al cactus de Arizona (Cylindropuntia rosea) que vuelve a expandirse de manera muy alarmante por la sierra de Orihuela y que ha alcanzado el Monte de San Miguel. Hay ejemplares a 50 metros de las ruinas del Castillo y avanzando hacia la ciudad.

Esta planta invasiva y depredadora sólo necesita que se suelte un pequeño trozo para, movido por el viento, formar una nueva planta incluso a kilómetros de distancia. Además, el clima de la zona le favorece. Como en su lugar de origen, el desierto de Sonora al suroeste de Estados Unidos y el norte de México, el ambiente seco y árido de la Sierra de Orihuela es el ambiente propicio para su reproducción. Esta planta se adapta a la sequía y al calor.

Unas manchas blancas que se divisan por toda la sierra oriolana prueban su presencia. Son ejemplares del cactus de Arizona que se ven así por el color de sus enormes púas que tapan prácticamente todos los delgados brazos verdes de la planta. Algunas de más de dos metros.

Este diario comprobó la expansión de esta planta exótica por la Sierra de Orihuela, declarada Lugar de Interés Comunitario (LIC). Subimos, junto a los miembros de la Asociación Castillo de Orihuela, Juan Ignacio Caballero y Miguel García, por la vertiente sur, paralela a la Nacional 340, la cara que mira al Palmeral de San Antón y a la ciudad. No tardamos en toparnos con pequeños ejemplares. Al fondo, frente al Monte de San Miguel, se divisa un numeroso grupo de ellos. Unos cuantos metros más arriba, en la sierra, localizamos unos grandes cactus que miran desafiantes al Palmeral. «En cuanto haya viento, las pinchas pueden volar hacia el segundo palmeral más importante de Europa y formar allí nuevas plantaciones», alerta Juan Ignacio.

Esta advertencia no es baladí. Esta planta invasora amenaza a la vegetación autóctona. En la sierra oriolana está poniendo en peligro el rabo de gato rosado (Sideritis Glauca), una planta endémica cuya población está descendiendo. «También es peligrosa para la fauna, se han visto conejos e insectos ensartados en sus pinchas», señala.

Además, sus afiladas espinas suponen un problema para los senderistas y los escaladores que frecuentan esta zona. Nosotros fuimos testigos, y víctimas, de cómo se clavan en el calzado los esquejes del cactus y sus puntiagudas púas, que son capaces de penetrar la suela fácilmente. Donde aparece la planta, Medio Ambiente opta por prohibir el acceso. Ya lo hizo en 2010 en la Sierra de Orihuela cuando la Conselleria llevó a cabo un plan para exterminar la planta. Con cerca de 1 millón de euros gastados en esa misión, el plan de actuación no fue todo lo eficaz que se esperaba, y el cactus vuelve a expandirse por los lugares donde se creía erradicado. «La Generalitat tiene que poner todos los medios a su alcance para erradicar la plaga, ya que los focos están localizados y hay que acabar con ellos antes de que el problema sea mayor, dotando del presupuesto necesario a la actuación», comenta Juan Ignacio.

El Consell ha alegado en otras ocasiones a la falta de fondos, a pesar de que llegó a considerar a este cactus como la planta invasora más peligrosa de las que crecen en la Comunidad.

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