Casi dos millones de flores cultivadas en Pilar de la Horadada servirán para adornar los cementerios de Alicante y Murcia durante la festividad de Todos los Santos. Organizar la producción de tal cantidad de tallos para conseguir que estén listos durante los últimos días de octubre es un trabajo que requiere de una extrema planificación que se realiza desde la cooperativa Flomar, una de las más grandes de toda la Comunidad Valenciana. Un año más, margaritas, claveles, gladiolos y rosas son las variedades más demandadas para rendir tributo a los que ya no están.
El gerente de la cooperativa, Francisco Carrasco, explica que los niveles de producción han estado más o menos al mismo nivel que el año pasado, pero destaca que se ha experimentado «una tendencia al alza». Aunque Flomar destina habitualmente parte de su producción al mercado europeo, las ventas se centran estos días en exclusiva en el territorio nacional. Principalmente en la Comunidad Valenciana y Murcia, aunque también se realizan envíos a Galicia, Madrid o el País Vasco, entre otras comunidades. Para poder afrontar la sobrecarga de trabajo las contrataciones crecen en la recta final hasta un 20%. En total, son más de un centenar de trabajadores directos los que se ocupan de sacar adelante la producción.
La campaña del uno de noviembre es, sin duda, la más importante para los productores de flor cortada y supone entre un 20% y un 25% de las ventas totales del año. Se inicia cuatro meses antes de esa fecha y el objetivo se centra en conseguir que todos los tallos maduren casi a la vez. Ni antes ni después, porque la demanda de las floristerías es, obviamente, muy concreta. Además hay que tener en cuenta que se trata de un producto perecedero y la manufactura y distribución de la planta se realiza en apenas 24 horas desde que se cortan las flores en el invernadero. Tras la recolecta, los tallos se trasladan a las instalaciones de la cooperativa para seleccionar las mejores y horas después se distribuyen principalmente por carretera en camiones frigoríficos hasta los puntos de venta.
Los invernaderos de Pilar de la Horadada, que se extienden por 45 hectáreas, están dotados de la última tecnología para controlar las variaciones de temperatura y humedad. Se crean microclimas para que las flores estén listas en una fecha determinada. Son cerca de 70 socios los que se agrupan en torno a esta cooperativa, que inició su actividad en 1980.
Para ser competitivos en un mercado que es cada vez más globalizado, disponen de un invernadero experimental en el que se prueban continuamente nuevas variedades de flor. Las que funcionan, pasan después a ser producidas a gran escala.
