Independientemente de su tamaño, las empresas que más dan a la sociedad son las que terminan por recibir más. ¿No se lo creen? Pues es cierto. De eso, principalmente, fue ayer el congreso que anualmente organiza Hidraqua, la principal empresa gestora de ciclo hídrico en la provincia y que garantiza el suministro a 1,5 millones de personas. Y su ejemplo de cómo hacen las cosas -mostrado ayer junto a una interesante exposición de cartelería y páginas de periódico-, se puede (se debe, dijeron) hacer extensible al resto; no importa, ni tan siquiera, que se copie el modelo porque el objetivo final es conseguir que esa mejora de la sociedad revierta a las propias empresas y a sus trabajadores. En definitiva, un mundo mejor. Y ese mensaje se fue repitiendo de un modo u otro en cada una de las intervenciones de representantes de sociedades, tanto públicas como privadas, que pasaron por La Lonja oriolana. Daba lo mismo que el ponente fuese Enrique Sánchez, del departamento de Responsabilidad Social del Instituto de Crédito Oficial, cuando habló de la importancia de apoyar y fomentar los proyectos de pymes en territorios con alta tasa de paro; Manuel Ruiz, presidente de Caja Rural Central de Orihuela, quien destacó la apuesta por la obra social que llevan haciendo desde su fundación, en 1919, a la que dedican el 10% de su capital; o Belén Moreno, del Departamento de Mecenazgo del Ballet Nacional de España, quien resaltó el «gran poder» que tiene la actividad artística para muchos colectivos por ser un mecanismo de inclusión social.

Y todos escucharon cómo Miguel Ángel Benito les decía al principio dos cosas bien ciertas: «Los hechos están por encima de las palabras» y «Las obras son más importantes y nos marcan como seres humanos». Y que todo, en definitiva, para conseguir depende de la actitud. Y el director de la Fundación Miguel Hernández, Aitor Larrabide, explicó la responsabilidad, pero al mismo tiempo, lo gratificante que le supone el llevar por doquier el nombre del poeta y la labor que supone el acercar su cultura, muchas veces a desfavorecidos; o los beneficios que obtiene de ello la Fundación del FC Barcelona: «Actuamos como prevención de la violencia y como fórmula para promover la educación», dijo Aisha Al-Said, responsable de Alianzas, Campañas. Sin olvidar, claro está, como dijo, Álvaro Galán, trainer paralímpico de la Fundación ONCE, que para desarrollar cualquier idea social muchas veces hace falta «unas instalaciones e infraestructuras que puedan ser utilizadas por todos».

Pero quien escuchó a Rodrigo Sala, de «Leroy Merlín» supo que los resultados no son fruto de un día. Su empresa comenzó hace ocho años -en plena crisis- un plan estratégico que, en otro campo, el del medio ambiental, no deja de darles satisfacciones, ahorros de costes o, lo que más valoró, que «el 95% de nuestros trabajadores estén orgullosos de serlo». Algo que Carmen Picot, de «Consum», resumió en una frase: «Es un tema que engancha». Marlene Perkins, de UNICEF y Álvaro Botella, de Correos, pusieron el acento en sus respectivos campos: los niños deben ser beneficiarios -recordó que «nunca se les pregunta»- y la necesidad de una normativa que sustente los comportamientos -«las empresas deben hacer los programas sólo si los piensan cumplir». Con todo ello, el colofón lo puso Daniel Trurán, quien dejó frases para la reflexión: «Queremos que el mundo cambie, pero, ¿quién quiere cambiar?», «cada día estáis perdiendo algo con respecto a los innovadores», «hay una relación rota entre las empresas y la sociedad y hay una oportunidad de casarlas» para, en definitiva recordar que «hay que contribuir a la sociedad (...) ser una empresa 'guay'». Los resultados, dijo, al final siempre llegan.