Sólo en el recuerdo de los que peinamos canas, al menos de los que las conserven, quedan unas fechas que ocupaban un espacio importante en el calendario festivo oriolano. Días en que aquellos que no se habían acogido a la diáspora veraniega en la vecina Torrevieja, La Mata o Torre de la Horadada, quedaban buscando el fresco nocturno en la Glorieta o en la Plaza Nueva durante el caluroso estío, encontrando en esas fechas algún motivo de distracción. Me estoy refiriendo a la desaparecida Feria de Agosto que servía de diversión para todos ellos, así como para los que arribaban desde el campo y la huerta, para participar en un programa de festejos que abarcaba generalmente siete u ocho días, teniendo como fecha principal el día 15 de dicho mes, en el que se conmemora la festividad de la Asunción.

En los años cuarenta del pasado siglo, la programación era desigual según lo boyante que estuviera la economía municipal. Tomemos como ejemplo 1949, en que dicha feria se celebró los días del 14 al 21 agosteños. Para ella, se editó como era costumbre un programa que venía acompañado, además de un texto introductorio rubricado por la Comisión de Festividades, por tres artículos firmados por EPMYEM (tras cuyo seudónimo creemos que se esconde Efrén Fenoll), Xaquín Ezcurra (que así aparecía) y Luis Lucas Parra, inspector municipal veterinario.

La Comisión de Festividades hacía referencia a lo que decíamos sobre las arcas municipales y hablaba de «festejos que más o menos costosos -no son muchas las disponibilidades económicas- le brinda». Con el título «Evocación», EPHYEM, rememoraba la feria de su infancia que se instalaba en la Plaza Nueva, formada por «un verdadero pueblo de casetas, donde se vendía de todo, desde el regalo más dedicado hasta la zafa y lebrillos del típico ajuar huertano». Joaquín Ezcurra, como «El soñador de realidades...», anotaba el decaimiento que observaba en la organización de la feria, en comparación con otras fiestas que se celebraban en la ciudad. Por su parte, el compañero y amigo de mi padre Luis Lucas, salía en defensa de la ganadería y pedía que se potenciara la Feria de Ganados.

La programación dejaba en el aire algunos aspectos como los contrincantes del Orihuela Deportiva, que militaba en Tercera División, y los premios de una carrera ciclista. Sin embargo, sí que daba conocimiento de que los diestros José Poveda Platerito y Desiderio Pérez, se la verían con cuatro novillos toros de la ganadería de Doña Teresa Oliveira, cruce del Conde de la Corte del Escorial.

No faltaron los conciertos de la Unión Lírica Orcelitana, ni las dianas por la Banda de cornetas y tambores del Frente de Juventudes. Así como la alborada desde la Cueva del Tío Paco a cargo del pirotécnico Antonio Cañete, una cucaña acuática en los azudes del río, un bando de la huerta, bailes populares en la Plaza de Toros, tiradas oficiales al pichón a caja y carreras de cintas a caballo.

Así, casi sin pena ni gloria, pasó la Feria de Agosto de hace sesenta y ocho años, y sólo quedo en el recuerdo de algunos de nuestros mayores que no pudieron ir a veranear.