La calle Ramón y Cajal de Torrevieja cuenta con un tramo de acera impracticable para cualquier peatón. Apenas 40 centímetros de ancho encajonados además entre contenedores y con el pavimento en mal estado. No es una acera de la periferia. Está en pleno centro de Torrevieja, en paralelo al paseo de Juan Aparicio y el mar. Si la acera -situada en la intersección entre las calles Zoa y Moriones- estuviera en condiciones serviría para conectar el paseo con la calles del interior del casco urbano a través de la plaza de Arturo Gomez.
Una situación peligrosa para los peatones que lleva muchos años sin resolverse. Para acabar de complicar el paso de turistas y vecinos el Ayuntamiento ubicó varios contenedores para dar servicio a los restaurantes y terrazas de la zona, entre la acera y el muro que cierra la manzana. Con lo que los peatones circulan "encajonados" entre el muro y esos contedores. Contenedores que durante el día, en especial en verano, se mantienen desbordados de residuos y basuras de los restaurantes de la zona, y que obstaculizan todavía más el paso peatonal.
Para terminar de dificultar el paso, en la acera opuesta hay una terraza situada sobre la calzada. Si los peatones buscan alternativa deben superar otro obstáculo hasta llegar a una acera en condiciones al tiempo que deben estar al tanto del paso de vehículos.
Imagen de un tramo de acera en la calle Ramón y Cajal de Torrevieja
La privatización de los espacios públicos con la ocupación de sillas y mesas deteriora la calidad del espacio público, además en los lugares más concurridos por los visitantes, y lo que es más grave dificulta la accesibilidad. Y en ese ámbito la ciudad ha evolucionado poco en los últimos años. Se han llevado a cabo actuaciones muy simbólicas en el área de Turismo, ampliaciones de plazas de aparcamiento para conductores con movilidad reducida y algunas mejoras en las rampas para que puedan ser transitables por carritos, sillas de rueda y los vehículos eléctricos, cada vez proliferan más por las calles de la ciudad. Y poco más.
