Javier Gracia asumió ayer su acta de concejal de Cambiemos Orihuela tras la renuncia de Marta Guillén. Su primera decisión ya en el cargo fue la de renunciar a la dieta (200 euros) por asistir ayer a la sesión plenaria. Gracia prometió su cargo utilizando la fórmula que ya usaran sus otros compañeros de partido y haciendo hincapié en su republicanismo. Sus primeras palabras en el salón de actos del Ayuntamiento fueron las de su promesa. «Yo, Manuel Javier Gracia Gil, prometo por mi conciencia, cumplir fielmente las obligaciones de concejal del Ayuntamiento de Orihuela, con lealtad a la jefatura del estado, sin renunciar por ello a mis convicciones republicanas; así como guardar y hacer guardar la constitución como norma fundamental del estado, hasta que consigamos cambiarla desde abajo y ponerla al servicio de los intereses de la mayoría social y de los derechos humanos, y acatar el estatuto de la Comunidad Valenciana.».

El ya edil, señaló a INFORMACIÓN, que se encuentra «muy ilusionado con esta nueva etapa», de la que espera «poner mi granito de arena para mejorar la vida de los oriolanos y no hay que hacer grandes cosas sino que pequeños actos se pueden convertir en un gran bienestar». Gracia se mostró sorprendido por los faustos a su llegada «me han dado un fajín y una medalla» y con humildad señala que «sólo quiero convertir la figura del concejal en el servidor público porque me da la sensación que eso se ha perdido».

Para Gracia la política local tiene que servir para «ayudar a tus vecinos y un edil debe ser una persona de a pie, muy cercana a la gente y no distinguirse de ella. Hay muchos concejales de postín, tienen un cargo y se creen más que los demás».

Gracia tiene un negocio de informática junto a su hermano y su mayor preocupación es la situación límite por la que atraviesa el comercio local «que se está muriendo». Y critica los dos años de gobierno de PP, y después junto a Ciudadanos, porque «hay mucho rodillo y poco diálogo».