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A solas en Torrevieja

El INE sitúa a la ciudad con uno de los mayores porcentajes de hogares unipersonales de España. De las 40.800 casas ocupadas todo el año, en 14.000 solo vive un vecino

A solas en Torrevieja

La ciudad de las almas solitarias. O de los que viven solos, porque Torrevieja encabeza (también y sólo por detrás de Benidorm) el ránking de ciudades con mayor número de viviendas unipersonales de todo el país en proporción a su población. Esto es, casas ocupadas por una sola persona. Más de 14.000 hogares -14.468 vecinos - según el Estudio de Indicadores Urbanos 2017 elaborado por el INE sobre 126 poblaciones españolas.

Una ciudad de catorce mil habitantes que llevan su vida en singular, porque quieren o porque no les queda otra, y que cohabita, más como una contradicción que como un complemento, con la gran ciudad consagrada al turismo familiar y al ocio que es Torrevieja. A esta cifra, el 35% sobre un total de 40.872 viviendas ocupadas todo el año -hogares, en la terminología del INE-, se le puede encontrar, como a todo, explicaciones y consecuencias.

En cualquier caso se vio favorecida por la amplísima oferta de vivienda barata producto del crecimiento inmobiliario. Barata y de pequeño tamaño, que fue la predominante a resultas del modelo de explotación turística residencial instalado en la ciudad y que ponía en el mercado apartamentos y adosados de hasta 40 metros cuadrados por lo bajo, con la misma facilidad con la que se vendían en el centro peninsular y en el extranjero.

Terminaban los años 80 y con ellos iba surgiendo una fuerza centrífuga de relaciones familiares que iba desplazando a personas pensionistas o recién jubiladas hacia la periferia mediterránea al ritmo que crecía la actividad inmobiliaria. No es tampoco casualidad que el porcentaje de población mayor de 60 años suponga el 28% del padrón torrevejense, sobre un total de 85.000 censados en estos momentos en Torrevieja.

Clima muy suave, sol todo el año, playas, locales de ocio, vivienda de lo más asequible y todos los servicios. Ideal para la vida senior. También para cambiar de vida cuando fallece la pareja,tras una separación, para buscar nuevas oportunidades... En fin, lo que ofrece una gran ciudad: servicios y anonimato.

El precio del anonimato

Esto último sin embargo siempre es un alma de doble filo. No es lo mismo la soledad que estar solo. Pero si seguimos atendiendo a las cifras, es muy probable que cualquier vecino tenga de lo uno y de lo otro. De un parque de viviendas familiares que rondan las 123.000 en el municipio, alrededor de 80.000 -el 66,7%- se encuentran vacías al menos una parte del año.

Muchos residentes (sobre todo extranjeros) regresan a sus lugares de origen coincidiendo con el calor y los agobios estivales, en especial los de origen escandinavo y ruso. Casas que comenzaron su uso para dos han ido engrosando con el tiempo el número de hogares con un solo ocupante. Es ley de vida. Como lo es también el deterioro de estos residentes que dejan perfiles de ocupación donde predominan las personas que tienen alta dependencia de los servicios del municipio. Desde el transporte a la sanidad pasando por la seguridad.

El número de personas que fallecen solas en su domicilio, un hecho habitual en Torrevieja, es mucho más que un dato. A veces son encontradas después de varios días. Semanas si nadie las echa de menos. Si nadie pregunta. Es el precio del anonimato. Un precio que también tiene su coste económico para el municipio en forma de servicios de policía o guardia civil, de bomberos a veces, de servicios judiciales y forenses, de limpieza, funerarios. Es todo lo que rodea a esa noticia que se encuentra en prensa y que a veces seguimos con morbo y curiosidad.

Aunque no es una estadística científica, suelen cifrar en torno a una veintena de casos de personas fallecidas solas en la ciudad. Habituales son también para la policía municipal las llamadas de familiares preguntando desde cualquier parte del país por su padre, su madre o ese tío que no da señales de vida. Como parte de su rutina laboral son los servicios para atender a personas mayores con movilidad reducida que no pueden levantarse del suelo tras una caída en su vivienda, a veces de la cama, y que los servicios sanitarios ordinarios se niegan a cubrir, dado que no lo consideran una urgencia.

Es la tristeza de una parte de la ciudad que quizás se intuye pero no se suele ver. De las vidas que se terminan en silencio en la ciudad de la luz y las terrazas abiertas todo el año. También ha crecido una economía especializada en torno a la asistencia de este sector de la población. Desde las tiendas que ofrecen todo tipo soluciones a la movilidad reducido, pasando por el personal de asistencia a la dependencia, toda una ruta de ocio nocturno consagrada a la gente mayor, y terminando por el evidente peso de la demanda sanitaria, ahora como reclamo para el «turismo sanitario» reflejada en la presencia del Hospital público Universitario de Torrevieja y el Hospital Quirón.

No todos mayores

Pero ni todas las personas que viven solas en sus hogares son mayores, ni todos tiran de servicios. Es lo malo que tiene esto de las cifras. No es que sean frías, es que no dejan ver la realidad. Ya pasó con el polémico indicador que sitúa a Torrevieja como ciudad más pobre de España, o con menor renta media (unos 7.987 euros) por hogar, que para el caso es lo mismo. No se tuvieron en cuenta, como apuntan Fernando Vera, Josep Ivars y Marco Celdrán en un reciente estudio sobre el modelo turístico seguido, lo que llaman «singularidad de Torrevieja» y que pasa por tener un considerable volumen de economía sumergida y un no menos considerable número de residentes extranjeros que tributan en sus países de origen pero «se cuentan» como un torrevejense más porque residen y utilizan los servicios que ofrece Torrevieja.

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