Es un espacio que mira al Mediterráneo y en el que confluyen pequeños botes, embarcaciones de competición, elegantes veleros y lujosos yates. El puerto de Torrevieja se posiciona como un atractivo espacio para los amantes la actividad náutica recreativa y deportiva. Sus tres marinas acogen el mayor número de amarres de la Comunidad Valenciana, superando las 2.500 plazas en oferta. Su encanto turístico ha posibilitado que emerjan en torno a él negocios dedicados a la restauración, bares de copas y empresas que ofertan diversas actividades acuáticas. No obstante, también conserva parte de sus raíces, con el dique de Poniente que sirve como embarcadero de sal, y el muelle que acoge la flota pesquera y la lonja en la que se realizan las subastas.

Recorrer a pie el dique de Levante es quizá la mejor forma de obtener una panorámica de lo que supone hoy el puerto torrevejense. Se trata de un paseo elevado con un recorrido de 1.440 metros en el que casi siempre hay alguien, desde turistas que no pierden la oportunidad de hacerse fotos rodeados de gaviotas hasta vecinos y visitantes que lo frecuentan para caminar y hacer deporte. Desde allí se divisa el dique de Poniente, ubicado en perpendicular, y que mantiene una cinta que traslada la sal desde la explotación salinera para ser cargada posteriormente a los barcos mercantes. La superficie que queda entre ambos diques, de unos 900.000 metros cuadrados, es la que acoge las tres marinas de Torrevieja, con sus tres espacios deportivos, todos en régimen de concesión, ya que la gestión de este puerto recae en la Generalitat.

El puerto deportivo Marina Salinas es el más nuevo de los tres y el que queda junto al dique de Levante. Dispone de 724 puntos de amarre con capacidad para barcos de hasta 35 metros de eslora. Se comenzó a explotar en el año 2008 y aunque todavía tiene espacios vacíos, supone un importante polo de atracción turística por su oferta. Allí se disponen varios negocios hosteleros con amplias terrazas junto a decenas de barcos amarrados. Los locales se llenan sobre todo desde el atardecer y ganan vida conforme va cayendo la noche, frecuentados, mayoritariamente, por gente joven que busca ritmos comerciales. También allí se han instalado empresas especializadas en deportes náuticos como el esquí acuático, el paddle surf, el kayak o el snorkeling.

Desde 1967

En el centro del embarcadero se encuentran las instalaciones del Real Club Náutico de Torrevieja, el precursor de la actividad deportiva en el puerto de la ciudad y cuya primera piedra se colocó en el año 1967, con el principio del boom del turismo internacional. La construcción fue rápida y sus instalaciones se inauguraron dos años después. Ubicado en el Paseo Vistalegre, oferta actividades de windsurf, vela, kayak... y otras muchas disciplinas que han formado a deportistas que han conseguido un importante palmarés a nivel internacional. Su entorno dispone de cafetería, restaurante, piscina, gimnasio y otras áreas sólo para socios.

El otro espacio deportivo del puerto es el de Marina Internacional, con 859 amarres y una serie de bares y restaurantes junto a los barcos que suelen incluir actuaciones musicales en directo. Allí se puede escuchar desde música española hasta pop británico. Ubicado también en dominio público, llama la atención por el hecho de que allí se levantó además una urbanización en la que hay censados medio centenar de vecinos y un apartahotel.

Las actividades de ocio en el puerto incluyen igualmente tres museos flotantes, dos de los cuales pueden ser visitados. Uno de ellos es el Submarino S-61 Delfín, primer buque de la Armada Española que ofrece a cuantos lo visitan la posibilidad de conocer el interior de un submarino e imaginar como eran las condiciones de vida de sus tripulantes. En la misma zona se encuentran la Patrullera de Vigilancia Aduanera Albatros III y el Pailebote Pascual Flores, una reconstrucción de la embarcación original que causó polémica tanto por su coste como por el estado en el que se encuentra. El barco de madera costó más de cuatro millones de euros al Ayuntamiento y actualmente ni puede navegar ni es visitable por dentro. Su estado es tal que tiene que estar conectado a bombas de achique porque hace aguas.

Otro de los focos de atracción del puerto es su actividad pesquera, que aunque se ha reducido mucho en la última década, sigue contando con barcos que salen cada día a faenar y cuyas capturas se subastan después en la lonja. El objetivo de Torrevieja es abrir esta actividad al turismo para que los visitantes puedan ver todo ese proceso. No obstante se desconoce cuándo y cómo se hará. Esto es así porque la Generalitat apuesta por desplazar la actividad hasta el dique de Poniente, tal y como se ideó hace casi una década, de forma que se ganarían 42.471 metros para usos náuticos y se liberaría la parte actual de la lonja. Así se ha establecido en la Delimitación de espacios públicos y usos portuarios del puerto que se encuentra en este momento en fase de exposición pública. La realidad es que para que eso fuera factible, se deberían de habilitar primero otras infraestructuras como una nueva fábrica de hielo y una lonja, y no parece que ese sea un proyecto que se vaya a acometer a corto plazo.

En paralelo a eso, la Generalitat anunció ha puesto en marcha de una comisión llamada «Espacio Puerto Ciudad» que tiene como objetivo el estudio y la búsqueda de soluciones para conseguir la mejor integración entre el puerto y el municipio. Y es ahí donde se deberán de buscar soluciones para que Torrevieja pueda seguir siendo un paraíso del turismo náutico sin perder su esencia pesquera.