21 horas. Estamos en julio y es Torrevieja. Dos o tres señoras charlan sentadas en la calle Santa Trinidad con Patricio Pérez. Practican esa costumbre tan popular, tan torrevejense y tan en vías de extinción, como «tomar el fresco» en la puerta. Hablan de lo humano y lo divino. De esta y de aquel. De los últimos chismes de la vida municipal.

Pero... un momento. Las señoras, arquetipos de mujer mayor torrevejense de toda la vida, están practicando la también torrevejense costumbre de lo que podríamos llamar «mecedoring», ocupando una plaza de aparcamiento sobre la calzada. La ilegalidad manifiesta no podía pasar desapercibida para los conductores que a esa hora buscan desesperados y sudorosos un sitio para dejar el coche. Y la acción aparentemente incívica de estas ciudadanas, que llevan a sus espaldas no menos de 60 veranos sacando «sillicas» y «mesedoras» a la puerta de sus casas de planta baja, llega a la centralita de la policía local.

La polémica está servida. El conductor que acaba de otear el aparcamiento de su vida. Las señoras que han «clavado» sus sillas al asfalto y de ahí no se mueven. Es algo que hacen todas las tardes de todos los veranos. Sentarse en esa puerta que a diario cuidan con esmero, barriendo y fregando para hacer agradable al disfrute de las personas un espacio hostil. Alertados por el propio conductor dos agentes de la Policía Local acudieron preparados para lo peor, en el intento de evitar un conflicto de alto voltaje.

Los acontecimientos sin embargo se resolvieron entre la corrección del joven conductor que, sin perder los nervios pero con insistencia no dejó de reclamar la plaza de aparcamiento callejera que ocupaban las señoras, y la indignación de éstas que, mientras tomaban el fresco estaban de paso guardando la plaza «a su chica, que había ido a recoger al chiquito a la piscina».

Al final, no había otra, tuvieron que retirar las sillas de la calzada y subirlas a la acera. Algo molestas, pero obedientes a la autoridad que terminó aliviada por no haber tenido que utilizar la «fuerza». No es el primer percance al que tiene que acudir una patrulla de la Policía Local de Torrevieja en este barrio -entre el Calvario y el Acequión- este verano. En un aviso similar, la semana pasada, una vecina se quejaba de que un coche le había «pisado un pie» al aparcar, también mientras tenían las sillas en la puerta.

Planta baja

En esta zona de la ciudad se conservan todavía las tradicionales viviendas de planta baja, y muchos vecinos continúan con la costumbre de sacar no solo las sillas a la calle, también mesitas para cenar y compartir con familia y conocidos de la calle un tiempo de convivencia único, oasis del pueblo que fue Torrevieja y que los torrevejenses no quieren perder.