No sé dónde estarás, pero estoy convencido de que dondequiera que sea, será un sitio mejor desde que tú llegaste. Porque tú tenías esa capacidad tan auténtica de llenar el espacio a tu alrededor haciendo que todas las personas que estaban cerca de ti se sintieran cómodos y felices en tu presencia, sabías decirle a cada uno las palabras que necesitaba y nos dabas a cada cual la importancia que en realidad no teníamos, pero viniendo de ti todo nos parecía lo más natural. Sin un ápice de afectación ni impostura, con absoluta espontaneidad y sencillez.

El paso de los años relativiza mucho la perspectiva del mundo, pero una de las cosas que me ha enseñado es a distinguir lo importante de lo que no lo es tanto, y a las personas extraordinarias de las que no lo somos. Todos los que te hemos conocido bien sabemos que tú has sido una de esas pocas personas extraordinarias. Lo sabían los compañeros de tu infancia entre Orihuela y Torrevieja. Lo saben todas las personas que te conocieron en los años del conocido Restaurante Caliche en la Playa del Cura y toda la familia de la mar de Torrevieja donde durante tantos años te ganaste el respeto y el cariño con el sobrenombre de «El Guti» a bordo de tus embarcaciones «El Moro», «El Cuatro Hermanos» y «El Joven Francisco». Los muchos amigos que has ido dejando allí por donde has pasado y, sobre todo, los miembros de tu familia te reconocemos como esa persona extraordinaria que siempre has sido.

Por eso, y porque es mi última oportunidad para hacerlo quiero darte las gracias. No me hubieras permitido hacerlo en vida, pero ahora no me resisto a hacerlo. En mi nombre y en el de todos los tuyos. Gracias por ser la persona más generosa que he conocido. Lo tuyo era de los demás, y cualquier persona en tu entorno sabía con certeza que podía contar con todo tu apoyo y con toda tu fuerza para salir adelante.

Gracias por tu bondad. Eras sagaz e inteligente como pocas personas que haya conocido y bastaba con plantearte cualquier situación para que inmediatamente, y sin hacer ningún alarde de ello, captaras los matices que a los demás se nos escapaban, pero siempre sabías utilizar tu capacidad para bien, sin perjudicar a nadie y buscando la concordia. Gracias por tu sentido del humor y tu alegría de vivir. Cuando había algo que celebrar, tú irradiabas ese entusiasmo del que nos hacías participar a los demás, pero cuando las cosas se torcían, todos sabíamos que ya te ocupabas tú de darle la vuelta al destino para que acabáramos igualmente celebrando la vida contigo.

Gracias sobre todo por ser el padre y el esposo más cariñoso. Tus hijas Cristina, Glori y Pilar siguen llorando todos los días y nadie salvo ellas y sobre todo tu querida Gloria saben lo que han perdido y el hueco tan grande que has dejado en sus vidas.

El dolor por esta pérdida tan inesperada e irreparable hace que se agolpen los sentimientos de tristeza, rabia y frustración. Pero también de orgullo. Orgullo por haber tenido el privilegio de compartir años de vida contigo.

Nuestra mayor satisfacción en el futuro será si alguna vez creemos ver algún destello de nuestro Ángel en tus nietos y nietas. Tu familia te promete cuidar de tu legado, sobrellevando el dolor, y tratando de emular tu amor por los tuyos y por la vida.

Gracias Ángel, de todo corazón, para siempre.