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Sobrevolando la provincia a 1.000 metros en Catral

La única empresa alicantina que oferta vuelos en globo cumple 30 años con más de 3.500 excursiones con pasajeros

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Viaje en globo por la provincia

El despegue es lento, pausado. La cesta comienza a flotar sin apenas balanceo. El sur de la provincia se va quedando bajo los pies y se ve desde otra perspectiva. Primero los campos de granados, de cereales, las casas y piscinas. Después se dibuja la equis que forma la autopista AP-7 y la vía del ferrocarril. Los quemadores van soltando bocanadas de fuego que calientan el aire y la aeronave sigue subiendo y subiendo. Cuando te quieres dar cuenta, ya estás a varios cientos de metros de altura. El vuelo realizado el pasado jueves es uno de los más de 3.500 dirigidos por José Antonio Moreno, quien lleva 30 años realizando esta actividad y está al frente de la única empresa alicantina dedicada a la aerostación.

El despegue se realizó en un campo ubicado cerca de las Salinas de Santa Pola Aunque el punto de inicio siempre es Catral, la actividad comienza en la zona que mejores condiciones climáticas presenta ese día, entre la Vega Baja y el Baix Vinalopó. El aire es el que manda.

Una de las curiosidades de estos vuelos es que el pasajero participa en todo el proceso, de principio a fin. Se comienza a las 7,15 horas de la mañana y el grupo se desplaza en furgoneta hasta el punto de despegue. Los asistentes ayudan en el despliegue del globo, tejido en tela de nailon para soportar hasta 90 grados de temperatura. También montan la cesta. El dirigible concentra un volumen de 5.000 metros cúbicos de aire y comienza a hincharse con un ventilador. Más tarde se unen los quemadores y el fuego empieza a calentarlo hasta que la inmensa tela de colores se eleva. Es rápido, apenas se necesitan unos minutos. Pronto llega el momento en el que los pasajeros saltan al interior de la cesta. Comienza la aventura. El globo sube hasta los 1.000 metros de altura y se desliza de forma suave con las ráfagas de viento, en el caso del pasado jueves, a unos 22 kilómetros por hora. Desde abajo y mediante un GPS, los hijos de Moreno, José Antonio y Germán, y su mujer, Pilar, controlan en todo momento la trayectoria. Se les oye por el walkie-talkie. Al igual que se desconoce el punto se salida, se desconoce el de aterrizaje. Se busca un terreno apto para el descenso y se realiza, sin más. Acabada la actividad los participantes ayudan a plegar y guardar el globo.

Como manda la tradición, la aventura finaliza con un almuerzo, la entrega de un diploma que acredita la experiencia y un brindis con champán mientras se visiona en una pantalla los vídeos y fotos grabados por los organizadores. Todo ello sin salir de la huerta, en una parcela rodeada de palmeras y a la sombra, que se agradece, y mucho, en verano. Los vuelos de Moreno comenzaron en 1987 pero no fue hasta cuatro años después cuando se instauraron de forma regular con pasajeros. El gerente, natural de Elche, apostó entonces por una oferta vanguardista en todo el Levante y la empresa Aeroglobo sigue siendo hoy la única representación de la aerostación, tanto a nivel deportivo como comercial, en Alicante. Es una actividad que se ha forjado de un estilo de vida, el de Moreno y su familia, apasionados todos de la aerostática.

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