El Obispo de la Diócesis Orihuela-Alicante, Jesús Murgui, presidió ayer la procesión del Corpus Christi en Orihuela. Centenares de personas se sumaron a esta tradición que tiene lugar tras la culminación del periodo de comuniones. Los niños y niñas volvieron a lucir sus trajes de Primera Comunión, junto a sus padres. Los tonos blancos, cremas y azules de estos contrastaron con el verde de los restos arbóreos que formaron una alfombra verde en el suelo. Los pétalos de flores dieron color a esta celebración.

La procesión se inició tras la eucaristía que fue oficiada por el Obispo en la Catedral. Los pequeños abrieron el paso mientras las dulzainas y los tambores sonaban, recreando las danzas que datan de la época barroca y que se perdieron en Orihuela en el siglo XIX.

Lo que también se recuperó fue el histórico recorrido por las calles del corazón de la ciudad, rescatando la esencia de su trayecto original de finales del siglo XIV, cuando la procesión discurría por las tres parroquias históricas: El Salvador, Santas Justa y Rufina y Santiago El Mayor.

La salida y llegada fue en la Catedral y discurrió por el centro histórico y parte del barrio del Rabaloche, como hace décadas que no se hacía, hasta el santuario de la Patrona. Así, el Santísimo Sacramento recorrió las parroquias de santas Justa y Rufina y Santiago, el templo de Nuestra Señora de Monserrate y la vuelta a la Catedral la hizo por las calles Hospital, Marqués de Arneva, Salesas, Río y por la calle Mayor, de nuevo, hasta la Plaza del Salvador.

En las parroquias de santa Justa y Santiago se instalaron altares efímeros con motivos eucarísticos. Igualmente el tradicional altar que realiza desde 2010 la Muy Ilustre Archicofradía de la Patrona de Orihuela se preparó en la puerta principal del santuario rabalochero. También hubo altares en el Monasterio de las Salesas por la Cofradía del Lavatorio y en el Palacio Episcopal con motivo del 75 aniversario fundacional de la Cofradía de la Samaritana.

Fue llamativo el pasacalles que recorrió todos los puntos del nuevo trayecto procesional con las danzas de las «cintas» y los «palos» que, al son de la charamita y el tambor, anunciaron, como si de un pregón se tratara, el próximo paso de la carroza con la custodia.

De esta manera la procesión recuperó el esplendor de esta tradición patrimonial y espiritual de Orihuela. Fueron numerosas las personas, vecinos y familiares y amigos de los niños y niñas, los que se dieron cita durante todo el recorrido. Muchos de los balcones fueron adornados para la ocasión y desde allí vieron pasar también al carro con bueyes que participó llevando un estandarte.