En varias ocasiones he sido invitado, a través de mi buen amigo Enrique García Rebagliato, a diversas actividades celebradas por la asociación escandinava Club Nórdico de Torrevieja, allí me he encontrado con gentes de países lejanos ávidos de conocer la historia y costumbres de nuestra ciudad, muchas veces entremezclada con sus lugares de origen. Llamativa fue la atención con la que siguieron la última de la charla-degustación, dedicada a los salazones -hueva, capellanes, bonito, etc.- y encurtidos de olivas, tápenas, etc., disfrutando a la vez que se empapaban de parte de nuestra gastronomía.

La comunidad noruega afincada en Torrevieja celebró el pasado 17 de mayo el Día Nacional de su país con un colorido desfile por sus calles celebrando la Constitución de Noruega fue aprobada el 16 de mayo de 1814, aunque se firmó y fechó al día siguiente por una Asamblea Constituyente reunida en Christiania, una pequeña ciudad de donde partían muchos de los barcos que cargaban sal en Torrevieja. Fue considerada una de las constituciones más radicalmente democráticas de Europa.

Este hito histórico nos lleva a recordar a los muchos barcos noruegos que en busca de sal visitaban nuestra rada en el siglo XIX, entre los que se encontraba el «Valhalla», de Tønsberg, llegado a Torrevieja procedente de Cádiz el 5 de enero de 1848, partiendo para Noruega el 21 de febrero con cargamento de sal. El 7 de septiembre de ese mismo año volvió a la bahía de Torrevieja procedente de Marsella; y una tercera vez regresó, procedente de Barcelona, de donde había salido el 4 de octubre de 1851, partiendo cargado de sal para Christiania el 9 de noviembre, llegó a tierras noruegas el 8 de diciembre. Algunos barcos sufrieron calamidades y naufragios, otros muchos se perdieron barridos por temporales, como le ocurrió al bergantín noruego «Bir Kebeiner», el 8 de noviembre de 1869 en la playa de Ferrís. En 1870, naufragó la fragata «Joseph Haydin»; y también acabó sus días en nuestra bahía la fragata «Alora».

En el primer cuarto del siglo XX, Noruega era de los principales proveedores de bacalao en España. Su consumo se incrementó notablemente durante los primeros años de la República española, lo que hizo que aumentara la carga de sal en el puerto de Torrevieja, ganando Noruega posiciones como principal proveedor de bacalao, nuestra sal era exportada para su empleo en la prevención de la formación hielo, mientras que en España el aceite de hígado de bacalao se tomaba como complemento vitamínico. La importancia crucial de la sal para la fabricación de salazón noruego explica que el vapor «Ingerferm» transportara sal en tres ocasiones, entre agosto y noviembre de 1936. La frecuencia de sus viajes alarmó hasta tal punto a la marina de guerra franquista que ésta decidió interceptarlo y reconocerlo para comprobar si transportaba material de guerra. Pese a las coacciones, vapores noruegos continuaron transportando sal de Torrevieja; el vapor «Ledaal» y otros se atrevieron a hacer varias travesías en 1937, sin que se sepa que fueran molestados.

La II Guerra Mundial puso en peligro a muchos buques noruegos. El 29 de enero 1940 frente a las costas gallegas, en un viaje de Torrevieja para Ålesund con una carga de sal, el vapor noruego «Eika» fue torpedeado y hundido por el submarino alemán U-51, fallecieron 16 de sus tripulantes, sobreviviendo solamente dos, pese a que en aquella fecha era un país neutral. El torpedo hizo impacto aproximadamente a las tres de la tarde, partiendo al buque en dos, hundiéndose en pocos minutos. Los dos únicos supervivientes alcanzaron una balsa de salvamento; el submarino se les acercó, les lanzó un cabo y los subieron a bordo.

Pero esos desagradables recuerdos no eran los únicos que se llevaban aquellas gentes de Torrevieja. Un caso desconocido y entrañable es la historia de la ciudad noruega de Kristiansund y su relación con Torrevieja, cuyo recuerdo perdura en ellos y en su forma de vivir.

Kristiansund es una ciudad insular en una zona rodeada de fiordos en la provincia de Møre og Romsdal. Históricamente ha sido conocida por la producción de bacalao salado, para lo que le era imprescindible la sal de Torrevieja.

En su gastronomía -en un intercambio cultural-, encontramos recetas idénticas a las nuestras, como las pelotas y el guisado de albóndigas de bacalao. Tanto les encanto a aquellas gentes algunas costumbres españolas que allí celebran la tradicional Noche de Reyes que tuvieron oportunidad de conocer en Torrevieja, disfrutando aun hoy, todos los años, la llegada de sus Majestades de Oriente con una cabalgata y regalos para todos.

En ocasiones los vapores de Kristiansund traían de lastre tierra y piedras basálticas procedentes de sus costas que, una vez erosionadas por el mar, convertidas en lo que conocemos como chinas, y arrojadas a nuestras playas, fueron utilizadas en Torrevieja para el embellecimiento de los zócalos de muchas fachadas de nuestras casas. De forma contraria, otras veces, en su viaje de regreso llevaban de lastre tierra española hasta Kristiansud, donde fue utilizándola para allanar el terreno donde hoy se halla su cementerio. No deja de ser entrañable que en un rincón del nuestro -al que llamamos «Cementerio de los Chanes»- reposan los restos muchos de aquellos marinos que no tuvieron un regreso a su tierra y otros descansan en aquel lejano país su sueño eterno en tierra española.