En la Vega Baja la puesta en marcha de la instalación de contadores presenta además una dificultad añadida. Como el sistema tradicional de riego heredado de la época islámica es capaz de reutilizar el agua hasta para regar tres bancales distintos, la CHS ha impuesto no solo medidores del agua que entra en la red de riego, también de salida de las acequias del río. En teoría, el agua consumida final sería la resta entre lo que se cuantifique de entrada y la que se mida de salida. Sin embargo, no es tan sencillo. El agua que termina en el Segura puede volver a reutilizarse por otra comunidad e incluso en la desembocadura del Segura se eleva a la huerta de Elche y la margen derecha.

Este diario preguntó la CHS sobre ubicación de los contadores. La entidad aseguró que se habían ubicado en la Vega Media y que se iba hacer los propio en la Vega Baja de «forma paulatina», que está a la espera de recibir los proyectos, pero sin hacer mención a la amenaza de sanción en firme, que se ha archivado solo cuando los juzgados han acordado presentar sus proyectos.

El organismo del Ministerio de Medio Ambiente instaló alguno de estos dispositivos hace años, antes de que lo exigiera la legislación, en las principales tomas de agua del río en Orihuela y Almoradí -en total tres-. Los juzgados quieren integrarlos y homologarlos en la red que van a desplegar -en el caso de Orihuela son necesarios 11- y ahorrarse costes.

Los regantes lamentan verse sometidos a esta estrecha y costosa regulación, y se preguntan por qué esos dispositivos no incluyen también mecanismos de evaluación de la calidad del agua. También se preguntan dónde está la CHS para paralizar las transformaciones masivas de suelo de secano que no tienen dotación de agua en toda la comarca o dónde estaba cuando se produjo el «robo» masivo de aguas de la cuenca a través de pozos ilegales por parte de productores del Trasvase.