Nada quedó de aquella torre de La Mata que, el 15 de agosto de 1358, fue bombardeada por Pedro «El Cruel», que estaba en guerra con Aragón. 'El Cruel' abatió la torre con su artillería, desembarcó y mandó prender fuego con su escuadra. Alijó las casas cuarteles de la guarnición, compuesta por diez arqueros que huyeron a refugiarse en el castillo de Guardamar. Permaneció en ruinas hasta 1383, año en que se reconstruyó nuevamente, y el Concejo de Orihuela donó doscientos sueldos para que se edificasen dos casas grandes dentro del cortijo.

Pero ¿la crónica se refiere a la que hoy se le denomina 'Torre de La Mata'? Decididamente no, la hoy denominada Torre de La Mata es simplemente la caseta donde asistía el fiel o medidor de la sal que se embarcaba por el muelle o cargador de madera construido en sus eras o depósitos. Hay noticias de que un muelle y torrecilla con base cuadrada, para ser utilizada por el contador, fue construida alrededor de 1713, según los planos que se conservan en el archivo general de Simancas. El 26 de octubre de 1755, el entonces administrador de las Reales Salinas de La Mata acudió ante Joseph Salilles y Coriente, ministro de Marina, juez privativo y conservador por S.M. de montes y plantíos de la provincia de Alicante, suplicando que se le concediese la correspondiente licencia para el corte de pinos del monte de Santa Pola para reparar los daños causados por una tormenta en «el puente del cargador de esa salina de La Mata» que había afectado seriamente la estructura.

En el año 1773, se construyó en el mismo lugar corto embarcadero para que los navíos pudieran cargarse con alguna comodidad, aunque en breve lo cegaron las arenas; bien porque el director de aquel trabajo o conocía mal lo bravo de la costa, o porque no pudo hacer los gastos que necesitaba la obra.

En la sección del plano dibujado por Juan Martínez en el aquel año de 1773, que reproducimos aquí, aparece la genuina y antigua torre medieval de La Mata, entonces dedicada para habitaciones de los empleados de las salinas y junto a la vieja ermita que entonces servía de templo parroquial. Aquella gran torre se levantaba en el solar que hoy ocupa el templo parroquial de Nuestra Señora del Rosario.

Sobre el antiguo edificio medieval de La Mata, reedificado en el siglo XIV, cuatrocientos años después, a finales del siglo XVIII, Joseph Montesinos dice que «La torre, o Casa de la Mata tiene en su seno habitaciones separadas para el Administrador, contador, dos oficiales primero y segundo, Fiel de Entregas; quatro guardas, Portero, Correo, Oficina de Despacho, y lo que antes fue Hermita: siendo lo principal de esta Casa, o Torre tan antigua que no hay memoria, ni documentos que acrediten su fundación [?]: y en la Hera donde se acopian las sales para embarcarlas se construyó una Torre en el año de 1769 que contiene una pieza para despacho del Fiel que entrega las sales, y encima hay un cañón de bronce de calibre de a ocho reforzado para defensa de los Moriscos, que suelen a menudo hacer asomadas por estos parages».

En 1792, en La Mata se comenzó la construcción de otro embarcadero -el que en la actualidad conocemos-, consistente en un reducido muelle que debía entrar en el mar cuando se necesitara para que los barcos cargaran sal con facilidad y a cuyo pie se levantaba la torrecilla redonda que ha llegado a nuestros días. Cavanilles relata que «ya en Agosto de dicho año vi construidas muchas varas de un ancho y sólido camino que entra mar adentro, y empezada la era o espacio mas capaz, donde debe acopiarse la sal para extraerse: el muelle seguirá adelante internándose mas y mas en el mar. Noté que los sillares empleados en la obra eran de una cantera situada en las cercanías del mar del nivel con las arenas, y que la piedra se componía de fragmentos menudos de conchas de varias especies, unidos por un gluten y porción de menudas arenas: también observé en lo interior de los sillares 'camas' enteras de las especies que actualmente viven en aquel mar, y en general poca dureza de la piedra; bien que me aseguraron se endurecía después de empleada. ¡Pero sucederá lo mismo quando las obras deben quedar en contacto con las olas, y expuestas a continuos choques? Lo cierto es que peñas de igual naturaleza expuestas a las furias del mar se han deformado en poco tiempo y muchas destruido».

A día de hoy, doscientos veinticinco años después, el muelle ha sido devorado por la mar y la concejalía de playas ha iniciado diferentes catas y la búsqueda de roca para la confección de un proyecto de adecuación y consolidación de la torrecita del ya desaparecido embarcadero y las eras que sirvieron en su día para el acopio de la sal extraída de la laguna. Esperemos con las reuniones y los trabajos que han empezado a llevarse a cabo den como fruto un estudio concreto y las obras de salvación de esta torrecilla.