Siempre se ha dicho que el hombre es, además del «único animal que tropieza dos veces en la misma piedra», es un «animal de costumbres»; vamos que no cambiamos así nos maten, no vaya a ser que nos pase como al burro del chascarrillo, que cuando se acostumbró a no comer se murió. Pues bueno, como no tengo arreglo, me he puesto a leer la Prensa - «canallesca y de carril», que decía Blas Piñar- y veo un titular que, sobre Orihuela, me ha llamado la atención: « Dos gallos para un corral». ¡La Virgen Santa y el «Dulsísimo» Cristo de los Siete Clavos!. Yo creía que se decía «dos gallos en el mismo gallinero», pero veo que no, que estaba «equivocao»!. ¿Será porque últimamente estoy un poco espeso?. ¡Sí, va a ser eso!. ¡Parece que estoy más «entropotapiao» que un «calamandurrio» en una ciénaga llena de «urucucus»!. ¿Será que las redes sociales también se han «cargao» el refranero español, pese a su riqueza?; ¡puede ser, o no!; ¿quién sabe?. Seguro que se dice de las dos formas, ¡quiero pensar!. Pero bueno, a lo hecho pecho, así es que tiro «palante» y me dispongo, sin anestesia -¡quién me mandaría meterme en estos berenjenales!- a leer lo que escribe el colega periodista.

¡Ah!; se refiere a las elecciones a la presidencia del PP y los dos gallos son Emilio Bascuñana y Dámaso Aparicio!. Y voy yo -que siempre me gusta tocar un poco los «bembembes», a modo de mosca cojonera- y me pregunto, ¿quiénes son de verdad los dos gallos?, ¿de qué corral hablamos?. Habla de una posible guerra interna en la formación «gaviotera», aunque eso no es nuevo, pese a que se asegura que el «choque» entre «bascuñanistas» y «damasistas» amenaza con acabar con «la paz en el partido». ¡Dicen que el zorro sabe más por viejo que por zorro y que quien no conoce su pasado no tiene futuro, además de que corre el peligro de cometer los mismos errores!. Así es que me viene a la pelota que tengo encima de los hombros que la paz «pepera» se resquebrajó, primero, y se rompió, después, cuando, utilizándose malas artes -bajo mi más que discutible punto de vista- se quiso apartar a José Manuel Medina de la presidencia «gaviotera» oriolana en favor de Mónica Lorente, cosa que, finalmente, sucedió. ¡Esos si eran dos gallos!. ¡Desde ese momento no ha habido paz en el PP de Orihuela!. Recordemos que incluso, con Medina en la Alcaldía, se produjo una escisión en el grupo municipal obligándole a terminar la legislatura gobernando en minoría, lo que supuso un grave frenazo al desarrollo del pueblo, ya que hubo proyectos importantes que pasaron a dormir el sueño de los justos en el fondo de un cajón y empezó a vivirse instalados en una especie de dictadura judicial permanente, liderada por un concejal de la oposición -obviaré su nombre, aunque en la mente de todos está a quién me refiero- que basaba sus denuncias en una presunta mala gestión de gobierno y en meter la mano donde no se debía, según los papeles que -dicen- le llegaban desde el propio PP . ¡Manda huevos, José Luis!.El palacio de la plaza de Santa Lucía, no el del Marqués de Arneva, marcaba el paso de la política municipal que se hacía a diario y era habitual ver a nuestros prohombres -y sus abogados- con legajos bajo el brazo camino de Horno del Obispo. ¡Telita, compañero, telita!. Desde entonces ha llovido un ratico, sobre todo este año, por lo que lo de la paz «conyugal» pepera es una quimera. En el PP oriolano, por no existir, no existe ni trato cordial, ni amistoso, ni de conveniencia. ¡Las últimas elecciones a la presidencia azulona -recordadlo- enfrentó -nunca antes había pasado- a dos aspirantes. ¡Hubo «puñalás» traperas!. ¡Ganó la «oficialista» Pepita Ferrando, frente a Bascuñana, que se había aliado con R.B. e Igualada -puesto por, aseguran, el Clr!. Por cierto, recuerdo que, en aquella época, había quien «fardaba» de que sólo en Orihuela había más militantes que en el resto de la provincia. ¡Tenemos más de 7.000!, decía. Y -volviendo a ejercer de mosca cojonera- me pregunto ¿dónde están esos 7.000?, porque no sé a vosotros, pero a mí no me salen las cuentas!. ¡Qué queréis que os diga, soy como Santo Tomás: si no lo veo no lo creo y más teniendo en cuenta que en Orihuela los militantes -lo que he preguntado a muchos- no pagaban las cuotas de afiliado, puesto que -según mis gargantas profundas- el partido cubría sus «necesidades» con las aportaciones de empresarios. Y, ¡si había 7.000!, ¿por qué parece que no serán más de 250 los que elijan al nuevo presidente «gaviotero» local?. Me aseguran que esos 250 son los que han pagado las cuotas, pero, si es cierto lo que rula «pol» pueblo, a alguien le ha costado un pastizal de su bolsillo que estos 250 puedan ejercer su derecho a elegir al «santón» azulón, y todo para asegurarse un respaldo que, ahora, parece estar en el aire. ¡La política, amiguete, hace extraños compañeros de viaje/cama!. ¡Hablamos del corral!. ¿Qué corral?. El PP oriolano -me cuentan- «ha cerrado» su sede -por impago del alquiler- y busca otra; o sea, ¡no hay corral!. ¡A ver si más que corral es corralito!. ¡Hoy, según Serrat, puede ser un gran día!.