Los actos de la Semana Santa de Orihuela, declarada de Interés Turístico Internacional, se cerraron en la madrugada del sábado al domingo con el encuentro más esperado, el del Salvador Resucitado y la Virgen Dolorosa, al finalizar la procesión de la Hermandad de la Resurrección.

Con coloridos aleluyas recibieron los fieles devotos las imágenes a su llegada a la Plaza Nueva, donde se produjo un sepulcral silencio cuando, como manda la tradición, una niña subió al trono de la Virgen para quitarle el puñal que tiene clavado en el pecho y que acaba con los días de luto. Ambos tronos se unieron en un ambiente jovial que sirvió para conmemorar el momento en el que la madre de Cristo se encuentra con su hijo, una vez ha regresado a la vida. Una paloma blanca, que representa al Espíritu Santo, fue soltada, ante el aplauso de las numerosas personas que no quisieron perderse este momento tan especial para los que viven con fervor la Semana Mayor de Orihuela.

La alegría y el júbilo volvió a la ciudad pocas horas después de que la tristeza invadiese la procesión del Santo Entierro, presidida por el Caballero Cubierto, Federico Ros. En un recorrido desde la iglesia de las Santas Justa y Rufina, entre aleluyas y globos azules y blancos, las imágenes desfilaron por las calles más céntricas.

Ya por la mañana se celebró la tradicional tamborada y el traslado de las imágenes a sus templos.