Fue el tercio de San Juan y La Dolorosa (1942 y 1944, respectivamente), de José Sánchez Lozano, el primero que comenzó el descenso de la cuesta para trasladar las imágenes en procesión desde un templo a otro. La escena representa el encuentro de la Virgen con su hijo crucificado y San Juan como testigo del momento. Le siguió el tercio del Cristo de La Agonía (1.774), de Francisco Salzillo, que fue portado a hombros. Recuerda a cristo crucificado y agonizante, encomendando su alma al Padre. En esta ocasión las costaleras de la Mayordomía desfilaron con la cabeza cubierta por un verdugo, en señal de penitencia. Es algo que ya se instauró en 2016 con el paso titular y que este año se ha extendido al segundo trono llevado en andas.

Esta comitiva estuvo encabezada por la Cruz-Insignia (1987) de la Orden Franciscana Seglar, que representa el «Abrazo de San Francisco», obra de orfebrería de Benedicto Martínez. La imponente Sociedad Compañía de Armados, con su banda y su ejército romano, fue la que anunció después que llegaba el momento más esperado de la procesión. El último paso. Nuestro Padre Jesús Nazareno, una obra que lo representa de camino al monte calvario con la cruz a cuestas. El patrón hizo la procesión arropado por miles de penitentes que por una vez tuvieron que esperar pacientes a que llegara el alcalde, Emilio Bascuñana, para ver la entrada del cristo en la iglesia porque se había preparado un acto en recuerdo al poeta Miguel Hernández en el 75 aniversario de su muerte. A las puertas de Monserrate aguardó la imagen y los cofrades casi 15 minutos para poder culminar el acto. Se había preparado con la instalación de un azulejo con el poema El Nazareno. Bascuñana, llegó tarde porque estaba participando en otro desfile, en el traslado del Cristo Yacente (al que tampoco vio entrar en Santa Justa, según varios concejales) y toda la comitiva con ciento de cofrades lo esperó hasta que apareció, descubrió la placa y leyó el poema «El Nazareno» por megafonía. La situación generó malestar entre muchos penitentes.

Una de las particularidades de esta procesión es que no representa el orden lógico de la secuencia pasional, que portaría primero a Jesús con la cruz y después al crucificado. Es un privilegio que solo se le concede al Abuelo, que participa el último en el desfile, pero solo ocurre en Miércoles Santo. Mañana será cuando el patrón volverá a salir del santuario de Monserrate para participar en la procesión general. En dicho desfile se integrará por primera vez a un grupo de la Asociación de Veteranos de Boinas Verdes de Alicante. Muchos de ellos participaron en las labores de rescate organizadas durante la inundación de 1987. Será una forma de agradecerles la labor que realizaron.