Retomado el diálogo y las negociaciones con un nuevo y bienintencionado Alcalde el verano del 2015, surgió de nuevo cual ave fénix la figura del Director General de la Policía. Designado inexplicablemente por el Alcalde como su asesor, finalmente se ha convertido en un pseudoconcejal de Policía, pero con la particularidad de no firmar ninguno de los innumerables «papelicos» que redacta, que para eso ya están otros. Muy cauteloso, Javier Mínguez.

Ya manifestamos nuestra opinión en esas fechas: nunca una parte del problema puede ser la solución. Muchas de sus decisiones en el primer período como Director General de la mano de Hernández Mateo, agravaron aún más la situación caótica que viene sufriendo este colectivo de funcionarios.

Y, lamentablemente, en esta segunda etapa no ha cambiado lo más mínimo su metodología de trabajo: la bicicleta estática. Dale que dale a los pedales, para no avanzar y mantenerse siempre en el mismo sitio, el punto de partida. Pasa el tiempo, y él continúa pedaleando. Reuniones eternas divagando sobre el sexo de los ángeles, instrucciones y escritos plagados de circunloquios, implantar más burocracia que complica y dilata cualquier cosa que se pretenda llevar a cabo. Todo se aborda, pero nada se concreta.

No ha habido cambios de plaza a los agentes que solicitaron hacer noches y fines de semana; no se puede modificar la RPT. Los servicios extraordinarios siguen siendo un desastre; los técnicos no dejan aprobar una bolsa de servicios extraordinarios. Los agentes de base tienen que hacerse cargo de las Jefaturas de servicio; porque «sólo» tenemos veintitantos mandos, y la mayoría no quieren ejercer como tales. Para cada problema, una excusa, ninguna solución.

Ahora pretende cubrir cuatro plazas de Inspector «temporalmente», cuando aún tenemos oficiales nombrados a dedo temporalmente hace 10 años. Plazas de Inspector caducadas, según informa Recursos Humanos, por no haber sido incluidas en Oferta de Empleo Público desde el 2006.

El último asunto, aprobar el Catálogo de Destinos o puestos donde ubicar a la veintena de agentes que deben a pasar a Segunda Actividad, gracias a las sentencias judiciales que les dan la razón. Algo sencillo. Seguir las pautas que establece el Reglamento.

Lo complicará y dilatará buscando la cuadratura del círculo para beneficiar a sus acólitos, dando lugar a que los agentes se marchen a su casa en expectativa de destino. Será que nos sobran policías.

El caso es permanecer subido en la bicicleta, esforzarse en pedalear y que pase el tiempo. Mantente mientras cobro. Y mantener los privilegios para unos pocos. Aunque con ello no avance y perjudique al colectivo. Aunque acabe enfangando a quien lo puso ahí, un alcalde que esperemos que no pague caro ese error. El colectivo de la Policía Local de Torrevieja ya lo está pagando, lamentablemente. Eran tiempos de cambio, son ocasiones perdidas.