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La mar se abre a la pesca-turismo

La nueva ley de Pesca permite a las flotas profesionales de artes mayores y artesanales hacer compatible la actividad extractiva con el embarque de grupos reducidos de turistas

La mar se abre a la pesca-turismo

¿Cansados de playa, paseos y terrazas? Las Cofradías de Pescadores de la provincia ya pueden elaborar sus propios proyectos de pesca-turismo. En esencia barcos de arrastre, cerqueros y de pesca artesanal preparados y puestos a disposición de grupos organizados de turistas que quieran conocer de primera mano la experiencia de embarcarse y la pesca profesional. Una experiencia totalmente distinta en la mar, compatible además con la propia actividad extractiva. Ya se hace en puertos de Andalucía y Cataluña, y los municipios en los que se desarrolla lo venden como un valor añadido de calidad a su oferta turística.

La nueva Ley de Pesca de la Comunidad Valenciana, que antes no lo amparaba, viene ahora a regularlo como actividad por su potencial reactivador del sector. Con este impulso legislativo a la pesca-turismo se pretende a su vez fomentar la diversificación dentro de un sector, el de la pesca artesanal y la acuicultura, optando por esta nueva fórmula de negocio que incidiría directamente en la obtención de ingresos complementarios para este tipo de empresas pesqueras, tradicionalmente de explotación familiar.

A bordo de las embarcaciones los turistas se convertirían en pescadores por un día, podrían disfrutar de una jornada completa de pesca, conocer todas las artes y el trabajo en la embarcación, e incluso participar de las tareas extractivas. El turismo pesquero o marinero, dice también la Generalitat, «se presenta como primera línea de diversificación, que permite la revitalización de las zonas costeras promoviendo la difusión, la valoración y la promoción de los distintos oficios y modos de vida, así como el patrimonio y la cultura pesquera», tan arraigada en las poblaciones litorales de la provincia de Alicante y tan marginada por las distintas administraciones de los planes de explotación turística des municipios, como Torrevieja, rendidos a las marinas y los clubs náuticos en detrimento de la adecuación de instalaciones pesqueras.

La nueva ley, publicada en el Boletín Oficial del Estado el pasado martes, dispone que, para el ejercicio de la pesca-turismo, las embarcaciones deberán contar con autorizaciones administrativas. El embarque de los turistas será compatible con la faena de pesca «siempre y cuando los buques reúnan las condiciones de seguridad y habitabilidad reglamentarias que se establezcan». Y algo importante: «En todo caso, los turistas embarcados no podrán ejercer la actividad pesquera». La ley ya apunta hacia la creación de un reglamento que establezca las condiciones de embarque del pasaje y de qué forma se hace compatible la pesca y el turismo.

En los lugares de España donde ya se desarrolla la pesca-turismo, esta oferta se complementa con visitas guiadas a las cofradías, o a la subasta diaria. Aunque algunas cofradías de la Comunidad Valenciana como la de Guardamar o Santa Pola ya permiten el acceso libre regulado a la primera venta en sus lonjas por el interés de los turistas.

Muchas opciones

De momento ya hay algunas cofradías interesadas en esta vía de diversificación que les permite la legislación. La Cofradía de Torrevieja, dedicada casi por completo a la pesca de cerco y artes menores, en la que operan barcos de la vecina Región de Murcia y Andalucía, además de la Cofradía de La Vila, están sobre la pista de cómo organizar este tipo de proyectos mientras preparan una visita al puerto de Roses (Girona), donde desde 2012 quince barcos comenzaron a desarrollar su propia actividad de pesca turismo.

Allí se organizan salidas con grupos reducidos de un máximo de cinco turistas por embarcación, a un precio de 90 euros por persona, por una jornada de diez horas. Aunque sus posibilidades van más allá de vivir una jornada «embarcaos». Se ofrecen experiencias únicas: los paisajes, las puestas y salidas del sol en la mar, y el día a día de la realidad del trabajo de los pescadores. En las granjas marinas se podrá visitar sus instalaciones en el mar (con las posibilidades que ofrece para el submarinismo), mientras las artes menores pueden plantear salidas a «calar» o «salpar» las mallas. Las variables son tantas como artes de pesca hay , con el atractivo de vivir en contacto con personas que mantienen este ancestral oficio como su modo de vida.

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