Diversas congregaciones religiosas de Orihuela y la Vega Baja participaron ayer en una eucaristía en la catedral de la Diócesis para conmemorar la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, que instauró el Papa Juan Pablo II en 1997 y que este año se celebra bajo el lema «Testigos de la esperanza y la alegría».

La realidad de la vida consagrada en la Diócesis de Orihuela-Alicante es muy variada. Conviven más de cien comunidades que suman más de un millar de personas con más de medio centenar de carismas diferentes.

En la provincia hay congregaciones de vida contemplativa en Orihuela, Alicante, Altea, Elche, Onil y Villena. También existen comunidades de religiosos, tipo Agustinos, Franciscanos, Capuchinos o Salesianos, y de religiosas de vida activa, como Carmelitas, Adoratrices, Salesianas, Dominicas o Oblatas. Todos ellos se ocupan desde la atención de residencias de ancianos hasta la pastoral penitenciaria, pasando por la docencia en numerosos colegios, la atención de casas de espiritualidad, a parroquias o sacerdotes. También desarrollan su misión en el ámbito de la sanidad o en el trabajo con numerosos grupos en riesgo de exclusión social.