El PP recuperó el 13 de junio de 2015 la Alcaldía de Orihuela y su alcalde, Emilio Bascuñana, tardó un pleno enterarse en que no gobernaba la ciudad. Fue en el primero que presidió y en el cual los concejales de PSOE, Cambiemos, Foro y Ciudadanos le tumbaron los sueldos. Desde entonces sus formas de gobernar, con más pasión por lo que le dicen algunos asesores que sus propios compañeros de grupo o el hecho de que uno -Dámaso Aparicio- pretenda mantener la presidencia del partido que él ansía, han terminado por abrir una brecha que se ha sabido llevar muy bien de puertas adentro, aunque muchos estén cansados de una de sus coletillas habituales: «Eso ya lo veremos».

En esta situación, Rafael Almagro y Sabina Galindo, han terminado por convertirse en sus dos principales respaldos, mientras otros concejales, lentamente, hayan desaparecido por un motivo u otro de la primera linea, caso de Francisco Sáez Sironi. La decisión de integrar a Ciudadanos no ha gustado a la mayoría de ediles, como tampoco lo fue el hecho de que decidiera en abril que los concejales naranjas tomaran decisiones en la sombra o haber tenido que aceptar contratos menores de todo tipo como el de una aplicación para móvil las pasadas navidades que costó, según el PSOE, más de 21.000 euros a un publicista que a la sazón es el marido de la concejala Luisa Boné.