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Análisis

Ciudadanos y sus ciudadanos

El cambio de discurso del partido de Rivera puede cavar su tumba política tras miles de votos que confiaron en una formación que se vendía «distinta»

Ciudadanos y sus ciudadanos

Almoradí comenzó el año con un terremoto político que ha llevado a María Gómez (Partido Popular) a relevar en la Alcaldía a Jaime Pérez (PSOE) merced a una moción de censura apoyada por Ciudadanos. Este partido tiene como principal valedor a María Quiles, una exconcejala del Partido Popular -pasado que le seguirá allá donde vaya- que ha necesitado 19 meses para quitar al regidor que ella misma puso con sus votos sin que entonces lo hiciera con muchos argumentos de los que ahora ha necesitado para sacarlo de un plumazo del despacho consistorial. Quizá la venganza de sus excompañeros de partido fuese la más poderosa. El pleno, como tantos otros, se vivió con tensión, en un salón atestado, principalmente, de políticos -uno siempre se preguntará si es que no tienen trabajo que hacer a las doce del mediodía-, con el que se abre una nueva etapa en el gobierno del municipio y que por mor del acuerdo tendrá presupuestos, algo imprescindible para una buena gestión, aunque algunos ayuntamientos puedan estar casi cinco años prorrogando las cuentas, como hizo Orihuela de 2012 a 2016 de la mano de Monserrate Guillén (Los Verdes) y Emilio Bascuñana (PP) porque gobernaba en minoría.

PSOE y PP enviaron ayer al salón de sesiones a algunos de sus más destacados cargos de la provincia para bien enjugar las lágrimas al perdedor o aplaudir al ganador, pero para nada que, de verdad, sea necesario para los electores que les votan. Esta vez se sumó al encuentro Ciudadanos, que tuvo presencia de algunos de sus representantes más destacados de la comarca, pero principalmente de Torrevieja y Orihuela, dos ciudades en las cuales también se está jugando su futuro a corto plazo de la mano del Partido Popular con el que negocia una moción de censura, en el primer caso, y entrar en el gobierno (lo que ya está cerrado y pendiente de rúbrica si Bascuñana obtiene el plácet de sus diez ediles, que es la condición que le ha puesto su partido) en el segundo. La pregunta que uno se hace a estas alturas es si los ciudadanos que en mayo de 2015 votaron a unas siglas nuevas, de un líder con cara de niño bueno que parecía que no había roto un plato y discurso fácil y poderoso -Albert Rivera-, que no conocían en buena medida ni de cerca ni de lejos a las personas que encabezaban las candidaturas en sus municipios y a las que les daban su confianza, pero que querían un cambio y que, principalmente, no deseaban una mayoría absoluta en sus ayuntamientos, votaron para esto, para que al cabo de año y medio el discurso cambiara y quien decía digo, ahora diga Diego.

Ya no es preciso, dicen los del partido naranja, entrar en gobiernos sólo si se tiene la vara de mando, ahora también se puede entrar a compartir tareas de gobierno y lo que ello conlleva: sueldos, asesores y decisiones que serán a buen segura tan acertadas o erróneas como las del aquellos que gobernaban. Si los ciudadanos votaron hace 20 meses a Ciudadanos porque, precisamente, a lo que venían, decían, era a anteponer los intereses de los vecinos a los de la clase política, sin plegarse a nada más, la decepción habrá sido mayúscula y, lo peor es que esto sólo ha hecho que comenzar.

Ciudadanos ha dejado de ser una bisagra en la comarca que colocaba un alcalde del PP en Orihuela (Emilio Bascuñana), otro del PSOE en Almoradí (Jaime Pérez) y otro de Los Verdes en Torrevieja (José Manuel Dolón). La mayoría de veces, sin argumentos de peso que lo justificara porque han impedido gobernar a la lista más votada (Eduardo Dolón en Torrevieja) y han subido a los altares a la segunda, que había alcanzado a duras penas la mitad de sufragios que la primera (Jaime Pérez, Almoradí). Ahora todos sus movimientos son del mismo color, favoreciendo a los populares sin que exista ninguna explicación que tenga el más mínimo atisbo de racionalidad. Sus dirigentes están mostrando una afinidad a la forma de gobernar del Partido Popular que se hace por días más evidente, sin que les preocupe sobremanera tampoco el hecho de que comiencen a colgarles una etiqueta que les acompañará en las próximas elecciones por ser vistos al final como un peón de la derecha o que les llevará, quizá, a la confusión, a ser señalados también como un partido tradicional, como los que ellos tanto dicen que detestan. El problema quizá esté en que Ciudadanos no sabe digerir lo que es el poder, lo ansía o sus dirigentes no tienen más miras (políticas) de que lo que ya conocíamos. Pero una cuestión queda clara: el PP sale ganando, a corto y a medio plazo con todo ello. Al tiempo.

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