Diez años ha estado dando tumbos una tarjeta de felicitación navideña hasta regresar de nuevo a manos de quien la envió, que no es otro que el Ayuntamiento de Torrevieja, al no encontrar a su destinatario. La anécdota, a la que bien se le pudiera poner música emulando aquel conocido spot publicitario del «vuelve a casa vuelve...», no pasaría de simple chascarrillo para certificar la eficiencia del servicio de Correos, al que imaginamos una Navidad tras otra intentando hacer entrega a su destinatario del sobre con membrete municipal y franqueo pagado.

Pero la tarjeta que contiene podría ser la reliquia de toda una época de la reciente historia de Torrevieja. El pasado retornó al despacho de Alcaldía el pasado mes de octubre, cuando con sello del día 19 del corriente 2016, y clasificado como «Devuelto», llegó un sobre con «El alcalde» como remitente que contenía una felicitación de Navidad... Pero de la Navidad de 2006.

La tarjeta, impresa en cartoné de extraordinaria calidad con una panorámica nocturna del Teatro Municipal (exterior e interior del edificio) en el anverso y reverso, y otra del Hospital Universitario de Torrevieja en el interior de la misma, la firmaba el entonces alcalde del municipio Pedro Hernández Mateo con palabras de buenos deseos y felices propósitos como corresponde a las entrañables fechas navideñas. Ambas instalaciones se inauguraron aquel año y eso que no era electoral. Eran aquellos días felices de vino y rosas en el Ayuntamiento torrevejense, cuando la crisis no había hecho acto de presencia y los reparos de los muy escrupulosos ahora técnicos municipales brillaban por su ausencia. Cuando las arcas del municipio igual pagaban proyectos tan increíbles como inviables de Santiago Calatrava que felicitaciones navideñas para todos los vecinos -más de 75.000 en aquel momento-. Como ésta, dirigida al señor Erik Clasen residente en la Urbanización Torreta II, que nunca llegó a su destino y, recién devuelta 10 años después, viene a recordar aquel tiempo en el que la austeridad no se sabía muy bien qué era. La felicitación no llegó a su destino en diciembre de 2006. Pero ha regresado a un futuro, el de 2016, algo distinto al de hace 10 años. Ahora el teatro municipal, que no tenía licencia de apertura, se encuentra cerrado al público para subsanar deficiencias que garanticen su seguridad; y el flamante hospital, funcionando a pleno rendimiento eso sí, ve cómo se debate su posible rescate de la concesión privada que lo gestiona. Y quien felicitaba acabó su carrera política con una condena por corrupción.

Y el alcalde ya no dedica ninguna partida económica para felicitar la Navidad y el Año Nuevo a los vecinos empadronados en Torrevieja. Aunque los hay que no se extrañan de que no hayan podido localizar la dirección para entregarla, tratándose de una de las fases de la urbanización La Torreta, residencial de la periferia torrevejense donde localizar una vivienda puede ser misión imposible.