José Manuel Medina era alcalde de Orihuela hace 29 años. El 4 de noviembre de 1987 se inauguraba el polígono industrial Puente Alto. «Llamaron del Gobierno Civil (ahora Subdelegación del Gobierno) diciéndonos que nos mandaba una unidad del Ejército. Es cierto que había previsión de lluvias, pero me pareció exagerado. La llamada pretendía que buscáramos alojamiento para los soldados, y lo hicimos detrás de la Estación Intermodal, en una nave. Llamé al secretario del gobernador y le dijo si, realmente, hacía falta aquel despliegue. Me dijo que sí. Y fue cierto porque a las 3 de la tarde, de pronto, se hizo de noche». El puesto de mando se instaló en el Ayuntamiento y durante tres días nadie salió de allí. Las barcas convirtieron a Orihuela en una improvisada Venecia, los periodistas dormían sobre las mesas dando crónicas por teléfono, recordaba el ya desaparecido Eduardo López Egío. «Hubo desde rescates en los tejados oir helicópteros a una embarazada que se puso de parto en Molins. Durante tres días no paró de llover. Se inundaron hasta Los Andenes», recuerda el exregidor. El Ayuntamiento cedió 3.000 sacos terrenos para reforzar el cauce del río y facilitó 9.000 ladrillos y 400 sacos de yeso para levantar tabiques junto a viviendas y comercios y evitar que el agua se colara en su interior.

Orihuela fue la ciudad más damnificada pero no la única, el Segura arrasó y se desbordó en toda la Vega Baja, también en municipios fundamentales como Rojales, Almoradí o Callosa de Segura. En este último, que está pegado a la sierra, el agua formó auténticas cascadas y torrenteras, especialmente, en el paraje que baja de La Pilarica. Las rocas se desprendieron y se llevaron todo a su paso, incluidos vehículos. El Colegio La Paz estuvo habilitado un mes como albergue de refugiados. El Ejército llevó colchonetas al centro educativo para atender a las personas sin hogar. La cocina sirvió para darles de comer y se sucedieron las muestras de solidaridad: comida, zapatos, ropa,... Aquello duró tanto que el colegio tuvo que reanudar su actividad y los pupitres se colocaban por las mañanas mientras por las tardes volvían los colchones.

400 metros cúbicos

Cualquier persona con la que se habla de la Vega Baja recuerda cómo fueron aquellos dramáticos días en un río que no estaba encauzado, que había sufrido tres avenidas ese año y que estaba pendiente de inversiones que no llegaron hasta años después. Aquellas riadas sirvieron para que el Gobierno cumpliera su obligación y en 1994 concluyeron los trabajos sobre una superficie de casi seis kilómetros. Desde entonces, la capacidad de evacuación del río Segura es de 400 metros cúbicos por segundo.