Los familiares y allegados de los usuarios de la residencia de mayores Casa Verde de Guardamar del Segura, en la que el viernes murieron dos mujeres a causa de un brote de gastroenteritis que ha afectado a otras 18 personas, se debatían ayer entre la preocupación y el «alivio» al comprobar que las consecuencias del brote se paralizaron el mismo viernes tras el fatal desenlace. Fueron muchos los que no dudaron en acudir ayer a visitar a sus seres queridos tras conocer la noticia, aunque otros tantos se enteraron de lo sucedido por los propios usuarios del centro al acudir a realizar sus habituales visitas.

Prácticamente todos los familiares trasladaron a este diario la relativa tranquilidad que se respiraba en el centro, en el que los usuarios disfrutaron ayer, como cada día, de los espacios comunes y de las visitas y paseos habituales, a excepción de las 13 personas afectadas por el brote de gastoenteritis que permanecen en el centro -el resto, otras cinco, fueron trasladadas al Hospital de Torrevieja-.

Lo que sí lamentaron es la falta de información, que circuló con cuentagotas. Ni siquiera los propios trabajadores del centro conocían exactamente cuál era la situación, pues los técnicos de Salud Pública de la Conselleria de Sanidad llegaron ayer a primera hora al centro y no lo abandonaron hasta bien entrada la tarde, sin un resultado claro.

«Estamos tranquilos porque los hemos visto bien, pero nos hemos llevado un susto terrible», apuntó una de las hijas de una usuaria del centro a su salida de la residencia ayer. «No sabemos nada, no nos han dicho nada (sobre la dirección de la residencia), pero nos han tranquilizado y nos han dicho que está todo bien».

«En mi caso, he tenido que venir hasta aquí, menos mal que vivo cerca, porque no había forma de contactar con ellos por teléfono, decía que estaban todas las líneas ocupadas, y aunque la persona a la que tutorizo está bien, deberían decirnos más», apunta otra señora. Lo cierto es que durante la jornada de ayer fue imposible contactar con Casa Verde por teléfono, ya que la residencia deshabilitó la línea ante el aluvión de llamadas. Sin embargo, sí es cierto que el ambiente del centro era de relativa tranquilidad, y los usuarios podían pasarse por las instalaciones como cualquier otro día, según constató INFORMACIÓN.

Aun así, la elevada presencia policial, con diez agentes de la Guardia Civil rodeando las instalaciones, y la falta de información certera hizo que «la preocupación no se vaya del todo hasta que no se aclare el origen de la epidemia y sepamos al 100% qué ha pasado», apuntó otro de los familiares que acudieron ayer de visita, con el único deseo de «quitarnos el mal cuerpo y el mal sabor de boca que nos ha dejado esta situación». Un sentimiento compartido por todos.