No tengo ni idea de lo que voy a escribir, ¡cada día estoy más espeso! ¡Y lo digo de verdad! No tengo muchas ganas de ponerme, pero hay que hacerlo, porque, entre otras cosas, tengo una cita semanal con gente que se merece un respeto; así es que «al toro que es una mona». Como siempre que intento juntar letras me pongo música para ver si vienen las «musas» y no me pasa lo que a Serrat en una de sus coplas, y, ¡mira tú por dónde!, suena una de las mejores canciones del «Noi del Poble Sec»: «Mediterráneo», una de mis favoritas.

"Si un día, para mi mal, viene a buscarme la parca, empujad al mar mi barca y con un levante otoñal dejad que el temporal desguace sus alas blancas...». ¡Ya quisiera yo!, pero, aunque me gusta mucho el mar, las cosas no son como antes y si te pillan echando las cenizas de un muerto al mar -¡no sé si será el caso!- te crujen.

¡Menos mal que no somos vikingos, que no sólo incineraban a sus muertos, sino que también quemaban los barcos con los que estos «hacían el último viaje». Mal arranco esta tribuna, hablando de muertos, pero es que desde este verano he tenido que ir mogollón de veces al tanatorio. Por cierto, el otro día recibí un «whatsApp» que me hizo gracia y que, como dicen en la huerta, «viene al pelo»: «No hay nada más mosqueante que llegar al tanatorio y que el "gps" del coche te diga, ha llegado a su destino". ¡Lagarto, lagarto; será malaje el «jodío» aparato!

Bueno, será mejor hablar de los vivos, aunque hay algunos que parecen zombis y pasan por la vida pegando «chancletasos» y más «bandasos» -se han «dao» varios casos, ¿verdad José Luis?- que un «garbanso» en la boca de un «jubilao». Hay gente que arranca el día más «mosqueao» que un «blanquito» en la selva después de un rifi-rafe con caníbales. ¡Coño, que esperen a ver cómo se presenta la cosa para decidir por donde se tira! ¡No es cuestión de echar el carro por el pedregal antes de tiempo, a menos que se sea más cenizo que Mortadelo y Filemón, juntos, y que, a cada momento, se meta la pata hasta el «socón»!

La vida, aunque hay un dicho -no recuerdo cual- que asegura lo contrario, da más de una oportunidad y eso de que el tren sólo pasa una vez es una cochina mentira. Pasa varias, pero hay que saber en qué estación debemos subirnos, ya que si se hace en la equivocada se acaba más «jodío» que los de la peli «300», que está basada en la histórica y famosa batalla de las Termopilas. Fijaos si la vida ofrece oportunidades que hasta en política se cumple ésta máxima, aunque en la cosa pública también hay quien hace bueno lo de que «el hombre es un único animal que tropieza dos veces en la misma piedra». ¡Y «cuidao», compadre, porque si se mete la gamba, lo mismo que se presentan nuevas oportunidades, se pasa factura y quien la pasa -la factura- exige su cobro y cierra puertas, pese a que también se dice que en ese momento es cuando se abren ventanas; o sea, otra oportunidad! ¡Así es que «carpe diem», chavales!

Seguro que mi amigo Juan Francisco «Cartrile» está «to» loco porque -como suele decirme- no entiende lo que escribo, pero debe tener en cuenta que he empezado diciendo que no sabía de qué iba a escribir, así es que «el que avisa no es traidor, es avisador». ¡Juan, no he perdido la cabeza, todavía, aunque no lo descartes, porque, total, la vida da más de una oportunidad y estoy por la labor de aprovechar todas las que se me presenten, aunque para eso tenga que hacer de tripas corazón!

¡Al lío! En Oleza, y dentro de poco, se presentarán nuevas oportunidades para gente -peperos- que, aunque ha hecho creer al personal que está «desapartada», todavía creen tener cierta «cuota de poder», sin darse cuenta de que están más "desfasaos" que Quasimodo en Marbella, mientras que otros se resisten a ocupar una butaca en la última fila del cine -¡la de los mancos!- para ver una película en la que ya no son «protas», puesto que «agua pasada no mueve molino» -¡no debería!-, pero no asumen que «una retirada a tiempo es una victoria» y que «en boca cerrada no entran moscas», porque, aunque haya segundas oportunidades, la historia, por mucho que se empeñen, ya no va con ellos; vamos que «se les ha pasao el arroz», pese a que se permitan diseñar las estrategias a seguir. ¡Líbrame Señor de las malas compañías y llévame pronto!

La vida da segundas y terceras oportunidades, sólo hay que verlas venir y aprovecharlas, aunque sea a rebufo de quien lidera la carrera, como hacen los que siguen a Marc Márquez. Con todo, nunca hay que olvidar la máxima que recuerda que «cuando veas las barbas de tu vecino quemar pon las tuyas a remojar», porque, por muchas oportunidades que se presenten, te pueden mover la silla y lloverte hostias por todas partes, sin saber ni el motivo ni quien las reparte. ¡Qué «crus»!