No será la primera vez, ni la última, que escuchamos a los chavales, sobre todo los de Primaria y Secundaria -también los de párvulos, que es como se decía en mi época-, refunfuñar, maldecir y echar «espumarajillos» por la boca porque no tienen ganas de ir al cole y prefieren quedarse en la cama planchando la oreja un ratico más, y más ahora que vamos de cara al puro -no creo que sea duro- invierno y eso de madrugar, se tenga la edad que se tenga, se lleva «mu malamente», ya que, entre otras cosas, hace fresquete y se prefiere pasar el rato jugando con la Play antes que echarse a la cara los libros de mates, literatura, inglés, física y química o conocimiento del medio (creo que ahora se llama así a las Ciencias Naturales de toda la vida). Bueno, lo normal es escuchar a los críos apelando a la compasión materna para hacer pellas y escaquearse del cole, pero ¿qué pasa cuando un/a profe no tiene ganas de acudir a las aulas a dar clase? Conversación -ficticia, claro- entre una madre y su hijo: «Mamá, déjame un ratico más en la cama», a lo que la paciente progenitora responde: «no, porque te están esperando tus compañeros». «¡Venga, mami; si es un ratico más, sólo diez minutos, y luego iré a la segunda clase, te lo prometo!». «¡Antoñito, he dicho que no, así es que levántate, porque, entre otras cosas, eres el director y tienes que ir!». ¡Pues esto es lo que el otro día me confesó una amiga, que es profesora, jefa de estudios y que no tenía ganas de ir al cole! ¡Qué barbaridad; hasta donde hemos «llegao», ni los profes tienen ganas de ir a clase, total con el panorama que tenemos -recortes de todo tipo, falta de educadores, obligación de enseñar lo que no se quiere, etc.- es mejor quedarse en el «sobre» que levantarse y enfrentarse a una realidad que, una vez más, supera a la ficción!; ¿o no?; ¡pues eso!

¡Si supierais las cosas de las que no tengo ganas cada día y con las que, sin embargo, tengo hacer de tripas corazón «pa» tirar «palante», como cualquier hijo de vecino, os quedaríais a cuadros, casi pasmaos! Mirad; supongo que, al igual que yo, muchos de vosotros no tendréis ganas de ver cómo en vuestro pueblo se necesitan una serie de cosas y, sin embargo, no se hace nada, algunas veces porque no se depende de uno mismo- para solucionarlas o arreglarlas, yéndose, incluso, en contra de los intereses de los propios ciudadanos, a los que, en su momento, se les prometió el oro y el moro para poner en solfa, y en el mapa de la modernidad, un pueblo, que, en muchos casos, sigue estancado en el siglo pasado, con infraestructuras más propias de repúblicas bananeras que de las que se merecen unos administrados que, religiosamente, pagan sus impuestos; ¡y no pocos! No tendréis ganas de ver lo que ha pasado, pasa y pasará en el terreno de la «cosa pública», tanto a nivel local, como provincial, autonómico y nacional, con dimes y diretes, rencillas personales y peleas barriobajeras más propias de pandilleros suburbiales que nos han llevado a tener un gobierno en funciones más de 300 días, lo que, entre otras cosas, nos ha supuesto un «sopapo» en «toa» la trompa, con aviso de sanción, por parte de la UE, que es quien nos fiscaliza. ¡Vamos, al más puro estilo taurino, por aquello de los avisos que se les da a los toreros cuando alargan sus faenas!.

No hace mucho el PP lió la de Dios, luego fue el PSOE quien puso patas arriba la política nacional. Ahora es el turno de Podemos, donde Iglesias parece empeñado en cargarse una formación nacida de la nada y con un futuro incierto, peleándose públicamente con «su lugarteniente» Errejón, a quien deja en ridículo a la más mínima oportunidad que se le presente. Y, mientras los de C's, que subieron como las acciones de Bankia, están en horas bajas, lo mismo que la exentidad de Rodrigo Rato y la automovilística Volkswagen o la Samsung.

Que un Ayuntamiento trabaje con un presupuesto prorrogado no es bueno, pero que lo haga un gobierno es peor, porque las comunidades autónomas y los consistorios dependen, en gran medida, de las aportaciones estatales, además de que se está expuesto a sanciones por parte de la Unión Europea, que es lo que nos va a pasar por las «tontás» de unos y otros, pero claro, como creemos que las perras no salen de nuestras «bochacas» estamos más tranquilos que un monje budista en plena siesta, cuando lo que deberíamos es estar más jodidos que los habitantes de Mosul o Alepo en pleno bombardeo.

«Mamá, déjame un ratico más en la cama». ¡Que no coño!; ¡que ya es hora de que el personal se ponga las pilas y trabaje por y para el pueblo, como cuando el profe hace de tripas corazón, apechuga con su responsabilidad y da una clase que se le pone por montera uno y otro día, porque las cosas son como son y no como nos gustaría que fuesen. ¡Tener o no tener ganas, esa es la cuestión!.