El 9 de octubre, Día de la Comunidad: Al alcalde de Orihuela no se le ocurrió más que polemizar sobre la imposición del valenciano por el empecinamiento en desdeñar el castellano-español -por parte del presidente Joaquín Puig y el conceller de Educación, Vicente Marzá- como lengua para entendernos los que aquí moramos. El regidor habló claro, sin ambages. De pelos en la lengua, nada. En defensa de posibles críticas, el regidor se lamentaba en no saber valenciano. Desde que se inició en la escuela no aprendió más idioma que el castellano, Bascuñana, una y otra vez pedía disculpas por seguir en su disertación hablando en castellano, la lengua que le enseñaron desde que comenzó a balbucear. Además, añadió: «No sé hablar otra lengua y me gusta hablar en castellano». Dejó entrever el alcalde que imposiciones ya tenemos suficientes?. Hombre, alguien tendría que salir al paso. Añadiríamos por nuestra parte: en la Dictadura sí había que aguantar, uno se aguantaba porque no quedaba otro remedio, pero en Democracia, según dicen, la libertad de expresión va implícita.

Pero es que además, no comprendemos a qué obedece tanta crítica destructiva, cuando cada cual puede expresar lo que piensa en viva voz. Pues nada, un grupo compuesto por 13 personas -actualmente el municipio goza de 97.000 habitantes, en verano, 157.000- han firmado un escrito dirigido al alcalde para que reconsidere su postura.

Que sí, que hay que aprender valenciano, pero no estaría de más dar opción a que lo hagan los que estén por la labor. Eso sí, previamente, alguien tendría que explicarnos los beneficios que nos reportaría. Muchos nos encontramos en la disyuntiva de si nos servirá para crear nuevos puestos de trabajo.

Si es en positivo, aceptado está y, en caso contrario, ¿no sería mejor calentarnos la sesera en crear algún que otro puesto de trabajo? Todavía no hemos oído a alguien, mucho menos a algún político, aportar alguna sugerencia que nos sirva para salir del bache ¿Algún político, de algún color, algún día, se ha parado en meditar del por qué del paro que nos acucia? El más cuantioso -un 24%- de la Unión Europea. Habrá que dar la razón a mi amigo Paco -Paquito para los amigos-. Sin más preámbulos argumenta: «La barbaridad de paro que tenemos ni más ni menos obedece a los incompetentes políticos que padecemos que, por lo que han demostrado y demuestran, sólo se ocupan en medrar en sus puestos y una vez en la reserva aprovechar alguna que otra sinecura, para seguir viviendo del cuento». Apostillando: Ahí tenemos a la exministra Mato, «asesora local» de los eurodiputados del PP. «Trabaja» desde Madrid viaja a Bruselas cuando se le ocurre, más o menos una vez al mes y cobrando. De esta guisa se desahoga mi amigo.

Empero, volvamos a lo que nos trae: Que sí, que con el valenciano iremos a todas partes: El brutal endeudamiento que tenemos en la Comunidad será resuelto; las listas de espera en hospitales, sin problema; moveremos la industria, el comercio y el turismo; la agricultura no tendrá problemas de agua; Puig y Marzá convencerán a los mandatarios catalanes para que no la tiren al mar.; venderemos más granadas, naranjas, limones y alcachofas, en suma, de todo cuanto en la Vega Baja se produce; también vendrán más turistas extranjeros a dejar alguna que otra libra o rublo... Aunque, bien visto más nos reportaría, económicamente hablando, el aprender ruso y chino mandarín.

Desde luego, compartimos por sabido que en Barbarroja se habla valenciano, aunque habíamos oído que es una mezcla de valenciano-catalán. Al igual que en Guardamar, que no es valenciano, valenciano.

Mientras tanto, en Texas (EE.UU) el 75% de la población habla español. Hoy por hoy: Son 470 millones de personas las que hablan, hablamos, español (bueno, castellano, para que no se moleste alguien), como lengua materna. Datos fehacientes, el segundo idioma, después del chino-mandarín, más leído y hablado, el español. No vendría mal: Hacer una encuesta -ahora que están de moda- en la Vega Baja (27 municipios nos contemplan), Villena, Elda y algún que otro lugar de la provincia, en cuanto a la preferencia o no en aprender valenciano. Despejaría muchas dudas. La desazón que nos produce a muchos que con países como Italia, Alemania, Francia, Noruega, Libia, Lituania, Rusia tengamos que comunicarnos en inglés ¡Envidia!