Torrevieja no tiene un alcalde corrupto desde junio de 2015. Esto parece que le molesta al diputado Joaquín Albaladejo, que se inició en la profesión política bajo el manto del exalcalde Hernández Mateo, condenado por el caso de corrupción de las basuras. Durante los años que permaneció a su lado, Albaladejo aprendió las artes de la gestión corrupta y tuvo que ver muchas cosas que nunca denunció por mera convicción o para no truncar su carrera. Una vez que se libró de la tutela de Hernández Mateo, quien prefirió designar como sucesor a Eduardo Dolón (aún le duele), como concejal de Hacienda de 2011-2015, en vez de rescindir el amañado contrato de las basuras permitieron sus dos prórrogas y que esta empresa siguiera prestando su mal servicio tras agotarlas. Dejaron un grave problema sin resolver en 4 años.

El equipo Dolón-Albaladejo es responsable de las últimas recalificaciones, de dejar una red patatera de transporte urbano, de la insuficiente plantilla municipal y de otras cosas que abochornan a todos menos a ellos. Este equipo del PP es el responsable originario de la situación de las Escuelas Deportivas, ya que antes de la entrada en vigor de la Ley Montoro en 2012 no había cortapisas para aumentar la plantilla o hacer muchas adjudicaciones. En vez de cubrir la plantilla de monitores con personal municipal, prefirieron privatizar parcialmente las Escuelas para que dos tercios de monitores (42) fueran contratados a través de una filial de Ferrovial; el PP también era conocedor de que este contrato no podía ser prorrogado debido a los reparos de la interventora. En vez de avergonzarse por el marrón que dejaron ahora se permiten el lujo de hacer declaraciones cínicas. Después de 27 años de absolutismo político y corrupción, Torrevieja tiene un alcalde que no es un vividor, que no vive de sueldos ni tiene negocios relacionados con la gestión municipal, pero que, pese a las dificultades existentes, se desvive por intentar enderezar la difícil situación que el PP dejó en la administración municipal. José Manuel Dolón es el primero en entrar al Ayuntamiento y el último en salir.

Y esto también molesta a Albaladejo, quien ha prosperado políticamente al lado de los muchos vividores que abundan en el PP. Sin salir de Torrevieja, ahí están sus camaradas Dolón y Pizana, que no tienen otro oficio ni beneficio que vivir de sueldos políticos. Además de garantizarse un sueldo, Albaladejo también realiza «actividades empresariales», emulando al «emprendedor» Hernández Mateo.

Un pleno celebrado el 24 de septiembre de 2007, con mayoría absoluta del PP, aprobó «conceder la compatibilidad» a Albaladejo para tres actividades: administrador de fincas, agente de la propiedad y abogado, mientras percibía sueldo público en régimen de concejal con dedicación exclusiva. En esta situación, que se mantuvo hasta mayo de 2011, Albaladejo percibió unas retribuciones anuales brutas de 46.200 euros. Ese acuerdo plenario, impugnado por LV, fue declarado nulo por un juzgado en 2014, pero no dimitió ni ha devuelto ese dinero. Lo que no se merece Torrevieja es ver ligado su nombre a un diputado como Albaladejo que está en el Congreso para garantizarse un sueldo y para levantar el brazo de madera cuando se lo pida su partido en vez de para promover iniciativas y actuaciones beneficiosas para la provincia y Torrevieja (como el tren).

Como hace dejación de sus funciones como diputado, tiene tiempo para competir con Eduardo Dolón a la hora de decir y escribir majaderías sobre el alcalde y el gobierno democrático de Torrevieja o para ir a las habaneras con un abono para jubilados. ¡Qué vergüenza de diputado!