Rafal M. quiere que acabe el juicio, porque lo necesita, pero no quiere olvidar nunca. Mientras el jurado delibera, después de escuchar la confesión del hombre que mató a su hijo, el padre de Patrick intenta verbalizar que «todos los años de cárcel son pocos». No alcanza a explicarse cómo el hombre que convivía con su exmujer y con su hijo pudo matarle, siquiera hacerle daño: «Lo que hizo no lo puedo entender... Es de ser un animal, una bestia...». Y entre caladas se le humedecen los ojos: «Si lo hubieras conocido... Era adorable, tan inteligente... hablaba tres idiomas con 10 años. Te digo la verdad, que no lo entiendo, que por muchos años no son suficientes... Tiene suerte de que no estemos en Estados Unidos, porque le esperaría la silla eléctrica». Tanto Rafal como su exmujer, de procedencia polaca, no solo han dejado Torrevieja sino también España. Solo han vuelto para el juicio. Ella no ha pisado desde aquel día la casa y prefiere no hablar, tal y como cuenta su abogado, Ángel Giménez. E. G. B.