Septiembre, seca fuentes o se lleva puentes. El refrán, en esta ocasión, lleva trazas de acentuar la sequía en Torrevieja y su entorno. También, visto lo visto, ha comenzado a afectar mentalmente al personal. Por el pampaneo meteorológico reinante no parece probable, a corto plazo, que del cielo pueda caer por aquí agua a manta. Y menos aún tras el cambio de tiempo de estos días. Durante el verano han soplado vientos de levante, pegajosos, con una humedad relativa que superó el 90%. Tenemos ahora un tiempo muy seco y a la salida el sol ya se siente frío en el rostro y, con los vientos terrales y secos han desaparecido las calimas veraniegas.

El cielo es más azul y el horizonte, diáfano. Miras la costa sur y parece como si pudieras coger con las manos Cabo Palos y la Isla Grosa aunque con estas condiciones nunca llueve, si acaso graniza. El largo periodo de sequía ha cubierto con una especie de pátina grisácea y pringosa la mayoría del asfalto de calles y el enlosado de las aceras. Las condiciones del contrato de limpieza viaria no contemplan el baldeo de las calles situadas mas al norte de la Avenida de Diego Ramírez. Vale, aunque sea una discriminación. Pero en las del resto apenas se ve de vez en cuando al camión con la cuba y la manguera.

Mientras tanto, en contraste con la abundancia de incivismo de la que muchos hacemos gala en este pueblo, reconforta ver la actitud de algunas personas. Me refiero a la de un vecino que muchas mañanas, a primera hora, se interna en el espigón de la playa de Los Locos. El hombre, cuando abandona las rocas, lo hace cargado de todo tipo de basuras y envases que deposita en las papeleras de la playa. Nunca se queja. Me dijo que era vasco. Como no tenía cara de vasco insistí. Había nacido en Salamanca y a los 9 años su familia se trasladó a Vitoria, una de las ciudades consideradas más limpias y ordenadas del país.

Dejando a un lado la influencia de la sequía climática en el tiempo reinante, se me antoja que la sequera también ha perjudicado la sesera de los políticos, dejándoles sin ideas. Todos ellos parecen haber sufrido un «ramalazo» de áspera ineptitud que lleva camino de convertirse en permanente.

La llamada clase política a nivel nacional no ha sabido articular la situación del esperando cambio reclamado por la mayoría (quiérase o no) y ha convertido en esperpento una esperanzada ilusión. A todos se les ha visto el culo. Unos lo están enseñando con pudor, pero lo del PP es inaguantable: sus máximos representantes lo están mostrando, sin rubor alguno, y encima regodeándose y recochineándose del personal en general y de sus votantes en particular. Si a escala de la piel de toro ocurre lo que está aconteciendo, no es menos obsceno el panorama local. No alcanzo a comprender cómo personas con reconocido prestigio personal y profesional pueden caer tan bajo a nivel político. Me refiero, entre otros y otras, a concejales del PP cuando salen a los medios defendiendo cuestiones que si ni ellos mismos se creen. ¿Cómo van a convencer a los demás?

En el pentapartito gobernante también los hay, sobre todo si atendemos al capítulo de la transparencia, que no terminan de creerse. Actitudes y valoraciones fundamentadas en la trampa y el enredo no son justificables pero sí comprensibles en la colla de los concejales de la oposición y alguno del equipo de gobierno. Defienden su sueldo y su futuro como Eduardo Dolón y Luis María Pizana. No me los imagino fuera de la política.

Lo dicho. Tiene que llover a cántaros. Tanto que se pierdan las Salinas. Total... ya da igual.