Setenta y ocho años después de que ocurriera una de las peores masacres de Torrevieja, el gobierno municipal recibió ayer por primera vez en un acto oficial a algunos de los supervivientes y familiares de las víctimas. Son aquellos que vivieron el horror del bombardeo que sufrió la ciudad el 25 de agosto de 1938 por parte de las tropas fascistas italianas, en plena Guerra Civil, y que causó 19 muertos y cientos de heridos.

Fue a las 10 de la mañana. El bombardeo tuvo un ángulo de entrada que afectó al Faro, siguió por el Relleno, la Plaza Waldo Calero, la Fábrica de la Luz y acabó en Cabo Cervera. «Yo tenía nueve años y lo vi todo porque estaba en el mar pescando con mi padre. Los aviones empezaron a soltar bombas y se veían las columnas de agua que salían hacia arriba y las hogueras que quedaron hasta Cabo Cervera. Por la tarde algunos amigos fuimos al cementerio y vimos todos los muertos». Es el relato que contó ayer José Torregrosa «El Tuso», quien recordó cómo vivió unos hechos que a sus 99 años siguen muy vivos en su memoria. Ayer mostró su acuerdo con la decisión del Ayuntamiento de erigir un monumento junto al Puerto para recordar esta masacre. Él y otros supervivientes consideran que este acto de guerra es algo que se ha venido silenciando en la ciudad, lo que ha motivado que ciertas personas prefieran no alzar la voz para contar lo que vivieron. El regidor municipal, José Manuel Dolón, recordó que muchas de las personas que murieron o que resultaron gravemente heridas se encontraban haciendo cola para recibir comida a través de las cartillas de racionamiento. Entre los 19 fallecidos sólo una persona superaba los 60 años, cinco rondaban la treintena, siendo el resto menor de 30 años, de los que 8 eran niños, el menor de 2 meses. Tres de esos muertos fueron familiares de José Manuel Martínez, quien ayer acudió al acto y valoró que era «un homenaje a la verdad» y que por fin «rompía la barrera del silencio, que es la peor sepultura».

Primer alcalde

Dolón fue el primer alcalde de Torrevieja que el pasado año participó en un homenaje a las víctimas depositando un ramo de rosas blancas junto al puerto de la ciudad, una de las zonas que resultó más dañadas por las bombas. Ante «el silencio al que se ha sometido este hecho desde el propio Ayuntamiento durante todo este tiempo, era necesario que todas las fuerzas políticas nos uniéramos para realizar este recuerdo», del que indicó que es «una fecha que no se puede borrar como si no hubiera existido, como si nunca hubiera pasado». Es por ello que anunció que se erigirá un monumento en recuerdo a las víctimas. Para ello se convocará un concurso de ideas abierto «para que el resultado no sea sólo una decisión del gobierno local, que no solo tiene la firme voluntad de recuperar del silencio y dar un reconocimiento a las víctimas, sino también del pueblo de Torrevieja en memoria de sus antepasados y de un trozo de su historia».

Fue un acto sencillo a la par que emotivo para algunos de los damnificados por ese capítulo negro de la historia de la ciudad, 19 personas fallecidas y las 200 heridas del bombardeo que