Siempre tuve un gran respeto por los agricultores, hombres nobles todos y como su dedicación denota, sacrificados, abnegados, trabajadores ellos y casi siempre por lo general, no suficientemente recompensados por su esfuerzo, por estar siempre sometidos al albur de los fenómenos atmosféricos que no muchas veces juegan a su favor.

He sabido que últimamente se van a personar los regantes de Orihuela en el «affaire» de la presunta estafa que ha sufrido Adif porque aparejada a ella, y como consecuencia de malas e incontroladas construcciones, han perjudicado sobremanera sus sistemas de riego, y qué casualidad, que los presuntos responsables, podrían ser sus mismos dirigentes mayores a los que los regantes de a pie pagaban unos inmerecidos salarios y a los que tenían poco menos que en los altares de la preeminencia, dirigentes éstos que habían sido agasajados, otorgándoles honores y medallas, que a día de hoy aún ostentan y cuyas lagrimas de cocodrilo aún pueden verse en los vídeos de las celebraciones de sus últimos banquetes asamblearios, en los cuales podía verse la confianza ciega de los regantes hacia sus dirigentes.

Y digo yo: ¿Qué hacían los síndicos y responsables de las acequias y azarbes, mientras les destrozaban sus canalizaciones y ellos pagaban sus derramas religiosamente, que no produjeron ninguna denuncia sobre estos hechos?, ¿hacia dónde miraban?, ¿o solo iban al Juzgado de Aguas de Orihuela para que les pasaran la mano por la espalda y les invitaran a las celebraciones gastronómicas, a cambio de las migajas de una insignia o una cena?

Es de lamentar que unos pillos infiltrados en las entrañas de instituciones tan respetables, serias y con larguísimos y centenarios años de trabajo, se vean corroídas por la podredumbre que asola a nuestro país España. Ahora, a los humildes y honrados regantes de a pie claro, no les queda más que pedir auxilio, personándose en el pleito, por si sonara «la flauta de la Justicia», pero la Justicia está exhausta y cuando pueda acudir a echarles una mano a estos humildes y honrados regantes, se les habrá pasado lamentablemente la vida.

¿Cómo puede un país como España seguir funcionando así: dando honores y derechos a los pillos y tirando el dinero por las alcantarillas?