Callosa sabe disfrutar de sus fiestas patronales y ayer volvió a dar cuenta de ello. Cientos de personas se echaron a la calle para participar en uno de los actos más desenfadados de los Moros y Cristianos, ese en el que las comparsas hacen vibrar la Plaza de España bailando y coreando canciones hasta que el cuerpo y el vaso aguanta. Un año más la borrachera de alegría de la retreta general contagió a los callosinos y callosinas que alargaron la fiesta hasta el amanecer.

Como manda la tradición, los distintos grupos festeros salieron de sus kábilas pasadas las 20 horas acompañados de bandas de música para acudir a las casas en las que viven las abanderadas de sus comparsas. Sólo cuando ellas, y en ocasiones también ellos, hacen su aparición, es cuando comienza la verdadera fiesta. En esta ocasión no van vestidas con trajes de gala sino con ropa más desenfadada y fresca porque por delante tienen varias horas de juerga en la que deben dirigir a sus compañeros guiándolos con la bandera.

En la retreta callosina casi todo está permitido y se ven disfraces, complementos de todo tipo y gente que empieza el recorrido seca y acaba de lo más mojada... porque es una tradición que al pasar el desfile por determinadas calles los vecinos lancen cubos de agua -o safas, como dirían los callosinos más callosinos-.

Sobre las 22 horas las comparsas festeras se dieron cita en la intersección de la Rambla con la calle Convento, para enfilar después el camino que va hasta la Plaza de España, donde se ubica el Ayuntamiento. Es costumbre que el alcalde la localidad salude a los comparsistas desde el balcón de la casa consistorial acompañado de representantes de los distintos grupos que, como ayer, llenaron la plaza en una fiesta que parecía no tener fin. Pero sí lo tuvo, aunque sólo en esa ubicación, porque al cierre de esta edición estaba previsto que la jarana continuara en todos los recintos festeros.