La acumulación de lodos, formados a raíz de que el mayor aporte de agua al río es de las depuradoras, también está generando un problema medioambiental, visible en tramos como el de Rojales. Las carpas apenas tienen ya agua y boquean en la superficie tratando de coger el poco oxígeno que hay. En unos días, si el caudal no aumenta, probablemente morirán muchos peces. Así lo alerta José Manuel López, quien formó parte del Consejo del agua durante 20 años. «Han sido 14 años luchando, desde 2002, para recuperar la fauna en el cauce final del Segura, y ahora se echa a perder».