Una leyenda urbana asegura que Leo Messi llegó tarde a un entrenamiento de su equipo y que, cuando accedió al terreno de juego en el que se ejercitaba la plantilla, pidió «perdón por el retraso» a Pep Guardiola. El técnico respondió: «Ok, pero no vuelvas a llegar tarde». ¡Quiero suponer -y supongo- que lo habéis pillao!. Es una leyenda urbana, pero lo cierto es que, ya entonces, el «hijo de Dios» -¡dicen que Dios es Maradona, aunque yo creo que por delante de él estarían Di Stefano, Pelé o Johan Cruyff!- tenía un trato de favor por parte del independentista «polaco» a quien le gustaría ser seleccionador nacional, porque lo normal -¡y hablo con conocimiento de causa, porque, por mi profesión, me he «chupao» muchos entrenamientos!- hubiera sido que el míster «catalino» hubiera «castigao» a la «pulga» a dar unas cuantas vueltas al campo; es decir, que si, en vez de llamarse Leo, se hubiese llamado Pedrito habría «dao» más vueltas que una trompa, que una montaña rusa o que el tren de la bruja.

Ha pasado el tiempo y -bajo mi más que discutible y cuestionable punto de vista, ¡faltaría más!- las cosas parece que no han cambiado, porque Leo podría seguir teniendo trato de favor. ¿No me creéis?. ¿Puedo poner ejemplos?. ¡Dicho y hecho, porque soy fácil y siempre tengo la tentación a flor de piel, así es que lo siento mucho, pero allá voy!. Mirad, con Leo se ha demostrado que la justicia, en este país llamado España -con permiso de los catalanes- podría no ser igual para todos y a las pruebas me remito. Bien es cierto que -según me cuentan los que entienden- los delitos que se les imputan a los «protas» de los que os voy a hablar no son iguales, pero digo yo que, se mire por donde se mire, son igualmente delitos, ¿o no?. ¡Vamos por partes, que dijo Jack «el destripador»!.

Tengo amigos que, como dicen algunos, en su día fueron «guardados» (ingresaron en centros penitenciarios/cárceles), por, digámoslo así, «su mala cabeza» o porque los jueces encontraron indicios de su implicación y culpabilidad en diferentes causas judiciales. Recordemos: Luis Fernando Cartagena (ex alcalde de Orihuela y ex conceller de Obras Públicas), Pedro Ángel Hernández Mateo (ex alcalde de Torrevieja y ex diputado autonómico), José Joaquín Moya (ex alcalde de Bigastro y ex senador) o Aníbal Bueno (ex secretario del Juzgado de Aguas de Orihuela). En alguno de estos casos, lo que «se les imputó» podría entenderse como un «delito inferior» -en cuanto a su cuantía económica- al que se les achaca a otros y por los que también han sido juzgados y condenados. A mis amigos, en primera instancia y por si acaso, se les retiró el pasaporte, porque los jueces consideraron que había riesgo de fuga, y luego fueron al trullo, porque se entendió que podían destruir pruebas.

Y aquí es donde me dio por pensar -aunque sea un «poquico»-, ya que a Leo se le imputó y juzgó por un fraude fiscal -¡coño, como a Al Capone!- y se le condenó a pagar una multa de algo más de tres millones de euros -antes, y para evitar males mayores, ya había devuelto sobre los cinco- y a veintiún meses de prisión, a la que no entró porque no superaba los veinticuatro. Lo defraudado por mis amigos nunca superó los seis millones y sin embargo alguno de ellos se ha «chupao» tres años de «hotel». Eso sí, después de que se les retirase el pasaporte, mientras que quiero recodar -y recuerdo- que Leo, cuando, acompañado de su papá, acudió a juicio, venía de disputar la Copa América con su selección, en Estados Unidos, y regresaba de Argentina porque los jueces estimaron que no había peligro de fuga. ¿Qué criterio se sigue para decidir si hay peligro de fuga?. A los que no tenemos ni puta idea de estas cuestiones nos llama la atención que gente como Leo o, los Pujol -¡que también pueden dar lecciones de moral!-, esté paseando calles tan panchos, mientras que a mis amigos se les condenó antes de enjuiciarlos, como sucedió con Cartagena, Pedro A. o Moya. ¿Se quiere dar un escarmiento ejemplarizante?; ¡que Leo vaya a la cárcel, como mis amigos, y punto!.

Imagino que, como nos recuerda el refranero, «en todas partes cuecen habas», pero lo que resulta chocante, por lo menos para mí, es que la mayoría de los futbolistas que han sido pillados en un renuncio -como cuando se «hase» un robado a un famoso por las revistas de «corasón»-, son del mismo equipo, el Barça: Alvés (que ya no está) Mascherano o Neymar. Incluso directivos o ex dirigentes están inmersos en procesos judiciales de mucho peso (en billetes), como el ex presidente Sandro Rosell o el actual José María Bertomeu; además, otro que ocupó la poltrona blaugrana, José Luis Núñez, está «guardaico».

¡Está claro!; aquí o te llamas Leo, que parece ser un salvoconducto para según qué cosas, o eres catalán para poder ir por la calle con la cabeza muy alta, pese a estar imputado o condenado, o eres de la Vega Baja y, consecuentemente, sospechoso de todo, incluso de matar al general Prim, y vas a «chirona» antes de que se persigne un cura loco.