Un verano en Torrevieja sin manifestaciones, no es verano «ni es ná». Los oriundos, poco dados a las movilizaciones, han contemplado durante muchos estíos como las «huelgas», la llegada de los veraneantes, les sacaban las castañas de fuego al protestar cuando faltaban agua potable, energía eléctrica, semáforos o las aguas residuales corrían calles abajo. Hasta la ampliación de la depuradora, los vecinos de barrio de San Roque se desgañitaron porque la «cacafú melele» flotaba en el mar. Durante la semana que acaba el vecindario de San Roque, mayoritariamente gentes de la Vega Baja, ha exigido dos pasarelas sobre la costa rocosa del sur torrevejense. Se quedan cortos. Deberían aspirar a logros más importantes y defender con uñas y dientes la construcción de un paseo como el de Juan Aparicio, piscinas artificiales incluidas.

Tampoco deja de ser la de las protestas, más a final de mes, con retención de tráfico incluida, una forma de ocio en el verano torrevejense. Algo descarada, pero hemos aprendido este verano que con un bañador normalito y armado con una sombrilla, en Torrevieja, eres inmune a los temibles efectos de ley Mordaza. Ni identificaciones, ni engorrosas comunicaciones previas a la Subdelegación, ni problemas con las cientos de fotos a las fuerzas de seguridad.

Tal y como está este patio, el personal tiene el derecho, qué digo, la obligación, de andar todos los días armando jaleo... Problemas serios e importantes nos agobian o deberían de agobiarnos a todos. En la semana entrante son las fiestas de Patronales de Bigastro, Callosa de Segura... Y los fieles de San Roque, o San Joaquín nos dejarán por unos días para honrar a sus santos. Aquí nos quedaremos con sus edificios Made In Estuco Vega Baja, y nuestras manifestaciones religiosas en torno Patrona La Inmaculada Concepción.

Algo ha cambiado con el nuevo gobierno en Torrevieja. Durante el largo mandato del PP, los populares, sacaban La Purísima a la calle cada dos por tres y la imagen con su séquito de autoridades locales congregaba a centenares de personas. Ocurría como en aquellos tiempos cuando los salineros que querían medrar acudían a la misma misa del jefe de las salinas para hacerse los vistos.

Ahora, como la mayoría gobernante no es muy dada a los actos religiosos, los dos últimos celebrados este año, con ínsulas de multitudinarias, han quedado por debajo de las expectativas de sus organizadores. Ya no molan tanto.

Al de la semana pasada, cuando la imagen de la virgen fue llevada y traída al la parroquia de San Roque, a sendos trayectos apenas acudieron, a mi juicio, los justicos Y aquí seguimos, con este pueblo y este país manga por hombro. El funcionamiento de la cosa publica de los pueblos refleja, según dicen, el del gobierno central. Así nos va. A nivel local los del PP andan despendolaos, «poniendo palos en las ruedas», como tanto le gustaba decir a su principal referencia intelectual, con tal de volver a palpar el poder municipal. Y a nivel nacional por conservalo.

Cinco partidos, con el visto bueno de otro, gobiernan el municipio, y los populares por desbancar al alcalde de los Verdes José Manuel Dolón le han ofrecido, supuestamente, un pacto (en esta ocasión) a la socialista Fanny Serrano para poder entrar ellos en el gobierno. También lo han intentado, con más énfasis, con Domingo Soler. La actual coyuntura política me recuerda las reflexiones de un salinero. Aquel trabajador, cuentan, vino a decir: Mi mujer me abandonó; mis hijos no me hablan; los vecinos tampoco y en el trabajo nadie me puede ver. Y acabó preguntándose. «¿Tendré yo algo que ver con esta situación?».

Rajoy, hasta ahora, no ha conseguido en ocho meses ni un solo aliado político. El exalcalde Eduardo Dolón, en más de un año, tampoco.