Nació de un juego entre amigos hace años y no tardó en popularizarse, hasta tal punto que cada año congrega a más personas y ya es, sin duda, un acto imprescindible de la feria y fiestas patronales de Almoradí en honor a San Abdón y San Senén. Hablamos de la «Embajada del barril», una representación cómica entre dos delegados de los bandos enfrentados en el que se disputan el control de la bebida, en este caso sangría.

Decenas de festeros y vecinos se volvieron a dar cita en el último día de las fiestas, a las 11.30 horas en la Plaza de la Constitución, para asistir a la puesta en escena, de manera teatral, de una «batalla» entre Moros y Cristianos, pero con un toque irónico y cómico. Cada año se cambia el guión, que corre a cargo de los embajadores del barril, que en esta edición ostentaron Abraham Fernández, por el lado Cristiano, y Pablo Ortiz, por el Moro.

Ambos se enfrentaron en una batalla dialéctica en la que no faltaron las referencias a la actualidad política de la localidad. En esta ocasión el objetivo de las críticas, siempre en tono de humor, se lo llevó la limpieza de las calles, o mejor dicho la falta de ella, y la empresa que mantiene la concesión de la recogida de basuras y aseo urbano, a la que vertieron sus ácidos comentarios.

Tampoco se libraron de los comentarios las diferentes comparsas, y comparsistas, y hasta el presidente de la Asociación de Fiestas, Domingo Andreu.

Disfraces

La particularidad es que estos embajadores no llevan el habitual traje festero. De un lado del escenario estaba el representante de Los Moros Negros de Ben Yusuf, sultanes de este año; del otro, los Caballeros Cruzados de Amarión, capitanes de 2016. En realidad, de un lado estuvo el famoso «negro del whatsapp» con sus grandes atributos y del otro, el «emoticono» más escatológico de esa aplicación móvil. Ambos despertaron la carcajada de todos los comparsistas.

La batalla dialéctica finaliza con un abrazo entre los dos embajadores del barril. No hay ganadores ni vencidos, ya que al final todos comparten la deliciosa y fresca sangría.

Los espectadores aplauden los pasajes que más les gustan y sus risas se pueden escuchar en el escenario montado, que simula la Toma del Castillo, pero desde un punto de vista informal, y nada serio, porque el objetivo es divertirse.

Es uno de los actos que pone fin a las fiestas patronales y de Moros y Cristianos, que han vivido unos días grandes con las entradas de ambos bandos, la retreta y los conciertos y actuaciones.

Ayer, además de la «Embajada del barril», se celebró una concentración de toso los abanderados del bando Moro y del Cristiano y a las 21.45 horas tuvo lugar la Embajada del bando de la Cruz y la Toma del Castillo, esta vez en tono serio e histórico. El fin de fiesta fue en las kábilas y cuartelillos.