Devolver a los refugiados de guerra una pequeña parte de lo que las minas antipersonas les arrebató. Este es el objetivo del convenio de colaboración entre la Fundación Gioseppo y la ONG Compromiso Sahara, que trabaja, esta última, para proporcionar tratamientos y prótesis a los miles de refugiados saharauis que han sido víctimas de mutilaciones por las consecuencias de las minas antipersona.

Lo sabe muy bien Mohamed Absalahi, el primero de estos refugiados en ocupar la vivienda de San Fulgencio que la Fundación Esperanza Pertusa de Gioseppo, la firma del calzado ilicitana, ha puesto al servicio de la ONG para acoger a estos enfermos que acuden a España para recibir un tratamiento al que sería casi imposible acceder en su país. Mohamed perdió su pieza izquierda en 1980, cuando, circulando con su vehículo alcanzó una de estas minas antipersona mientras se disponía a recoger a su familia, que pertenece a un pueblo beduino, que son nómadas, y con tan mala suerte de que el coche, «no fue lo único que salió por los aires», recuerda.

Consiguió su primera prótesis en Argel, pero con el paso del tiempo se encuentra muy deteriorada y necesita otra para caminar sin dificultad. No es el único. La ONG atiende una treintena de casos al año, y Mohamed ha llegado a España no solo para obtener su prótesis, en la que ya trabajan médicos del Hospital de Elche y a los que se sumarán los profesionales del Hospital de Torrevieja. Él tiene una dilatada experiencia en hospitales. Dirige uno en los campamentos de refugiados saharauis en Tinduf. Por tanto, su visita también servirá para establecer un puente entre el campamento de refugiados y la ONG para que más enfermos acudan a España a recibir tratamiento, por lo que desde la Fundación y la ONG esperan que sea el primero de los muchos inquilinos que recibirá esta vivienda de San Fulgencio.

«Son muchos los casos de víctimas por las minas, incluso los que padecen minusvalías como consecuencia de enfermedades como la polio, y que necesitan aparatos especiales para poder caminar». La situación en estos campos de refugiados es «muy complicada, apenas subsistimos con ayudas humanitarias de ONGs o de la ONU», por lo que el acceso a estas prestaciones sanitarias es casi imposible.

La estancia de estos refugiados en España es de una media de un mes o dos meses, aunque hay casos que, si se complican, permanecen durante más tiempo. Cáritas también colabora con la ONG suministrando a este piso de refugiados, comida de su banco de alimentos. Por su parte, el alcalde de San Fulgencio, Carlos Ramírez (PP), se comprometió ayer a dotar a la vivienda, a través de las brigadas municipales y los servicios sociales, de las prestaciones que faltan por pulir como instalaciones eléctricas o un televisor.

Visados

Uno de los mayores problemas a la hora de traer refugiados a España surge con los visados, que según el delegado saharaui para la Comunidad Valenciana, Saad El Mami, «hay que pedírselos a países como Portugal o Italia, porque en España no los conceden».

Juana Guirao, delegada de Compromiso Sahara y edil del PP en Crevillent, destacó que si bien son ciertas las dificultades para conseguir los visados, «hay muy buena colaboración en proyectos humanitarios«, motivo por el cual, desde 1998, atienden a una treintena de personas al año.