No iba a ser un boato sencillo, ya se había anunciado. Pero la realidad superó las expectativas. Orihuela se llenó de luz, pero sobre todo de color, el de los majestuosos trajes de las distintas filás que participaron anoche en la espectacular entrada mora. Los espectadores asistieron a una representación de la historia, la de la dura vida de los Beduinos en el desierto y la llegada a Uryula, Orihuela, para devolverle el poder y la abundancia antaño perdida.

Así, Juan de Dios Rogel, el embajador Beduino, entró a la ciudad en una original carroza que representaba la ciudad de Petra, con su puerta engalanada con la Cruz de Inagrabet, característica del pueblo Tuareg. Lo acompañó su Favorita, Mª Ángeles Esteban.

La carroza estaba rematada por una de las más famosas estructuras grecorromanas que engalanan la ciudad excavada en piedra del desierto de Jordania. El séquito estuvo formado por una agrupación musical con más de 120 integrantes, una tropa de 60 mercenarios procedentes de Murcia. Tras ellos, la fila del embajador, la Tuareg, que iba sin cabo y con un caballo batidor y otros 50 músicos. Seis banderines de color azul, característico de la comparsa, cerraron el boato Beduino.

Caballos y dromedarios

La embajada se inició con una carroza que representó una roca característica de los desiertos y en la que se puso la bandera de la comparsa. Detrás, las enseñas de las 10 filas de los Beduinos precedieron la llegada de la escolta del embajador. Los caballos, sagrados para los Beduinos, fueron protagonistas en este desfile, junto a los dromedarios, animal que vive en el desierto. La comparsa ha querido dejar protagonismo a los animales, tras la ausencia de ellos en el desfile cristiano del viernes. Cuatro jinetes a caballo escoltaron la caravana del Embajador, en una primera parte en la que desfilaron los abanderados y filas femeninas, acompañados por un espectáculo de tambores.

Una espectacular caravana del desierto con danzas árabes deleitó al público extasiado por la espectacularidad de los trajes de las filas masculinas. Esta parte la cerró una torre petrolífera iluminada con led y escoltada por un grupo de festeros con el atuendo típico de la guardia real de Marruecos. El foco se puso entonces sobre las mujeres. El harén de la Favorita con sus filás femeninas, dio paso a la llegada del embajador, con jinetes montados a lomos de caballos y dromedarios.

Aromas y perfumes arábigos también se dieron cita anoche y los espectáculos de fuego fueron los preferidos por grandes y pequeños. Malabaristas, un «escupefuegos» a lomos de un caballo y una original figura de hielo que fue tallada durante el desfile, dieron paso a la bandera de la Embajada Mora en un carro de fuego al que precedía una jaima con familiares del embajador y su Favorita.

El espectacular boato, en el que participaron más de 1.000 personas, tuvo cuatro partes, con 13 filas, cinco ballets, cinco espectáculos, tres carrozas y cinco bandas de música, con un total de 250 músicos y puso fin a las Fiestas de la Reconquista y de Moros y Cristianos en Orihuela.