Habían sido convocados a la recepción del embajador Cristiano, como la que cada año ofrece el máximo representante del bando de la Cruz, y acabaron como invitados, por sorpresa, a una boda. Sucedió anoche en la recepción oficial que el embajador Cristiano de las fiestas de la Reconquista de Orihuela, José Rubio, ofreció como antesala a los días grandes de Orihuela que hoy comienzan.

Más de 300 personas se dieron cita. Toda la familia festera oriolana. Rubio, como buen anfitrión, saludó a todos y cada uno de sus invitados, que, en teoría, acudían a una de las recepciones festeras. No fue hasta el intercambio de regalos cuando, por sorpresa y ante el estupor de los asistentes, José Rubio saltó al escenario para dedicarle unas palabras a su prometida, Irene Huertas, también comparsista de los Caballeros del Rey Fernando. «Soy tu embajador, pero también quiero ser tu marido», dijo.

Pocos se lo esperaban. Sólo los novios y sus más allegados lo sabían. Los más de 300 invitados, entre emocionados y boquiabiertos, apenas pronunciaron palabra, sólo un gran aplauso ante el «Sí, quiero» de Irene. Pero faltaba que alguien oficiara el enlace. No hubo problema. A la recepción acudió gran parte de la Corporación Municipal, así que cuando el embajador pidió un edil voluntario, no tardó en ofrecerse la concejal socialista, María García, con el beneplácito del alcalde, Emilio Bascuñana, también presente en el acto.

García, amiga de la pareja, los declaró marido y mujer ante el júbilo de todos los presentes, que ya se habían concienciado de que, en realidad, habían sido invitados a una original boda, que no rompió la esencia del acto, ya que los contrayentes vistieron de manera apropiada. José, con un traje ceñido al cuerpo con motivos dorados. Irene, con un traje de novia de estilo medieval con largas mangas. El escenario había sido decorado para la ocasión, aunque nadie se percató de ello, y sirvió para el ritual de intercambio de rosas como símbolo de su amor Cristiano, por muchos años.

Emotivo

La recepción contó con otros momentos emotivos, como el minuto de silencio por la muerte de Eduardo López Egío, sólo interrumpido por un vídeo de su hijo desfilando con esa comparsa en 2002, comentado por su padre.