Hace unos días, según cuenta la Prensa, el consistorio oriolano, había gastado 2,5 millones de euros en pagos de gastos corrientes que estaban destinados a inversiones; es decir, para esas obras de las que tan necesitada está Orihuela y que quienes nos gobiernan no encuentran la formula para hacerlas. Esas obras que harían florecer el precioso Palacio de Rubalcaba, «El puente de las ideas» hacia correntías o un largo etcétera que no enumero para no cansar al benevolente lector.

Lo lamentable de este asunto no significa que el dinero se lo haya llevado alguien, pues es de suponer que le hayan pagado a quien le debían, sino que, según la Ley, estos fondos estarían obligados a utilizarse para el cometido legal consiguiente y, si no se hace, la irregularidad en el manejo de estos fondos, es con todas las presunciones debidas evidente: ¿Cómo no va Orihuela a figurar en los últimos lugares del ranking por la falta de transparencia, si hasta el más ignorante del pueblo lo sabe? Lo que resulta entrañable para mí es la continua petición de auxilio del equipo de gobierno, pretendiendo que el interventor cambie sus informes una vez realizados y registrados donde proceda y le piden a la oposición que se comprometa en acciones de dudosa legalidad para ayudar a la gobernabilidad municipal, sin pensar en las responsabilidades que adquirirían. Díganse ustedes, amables lectores si firmarían ante notario una letra por un importe que no deben, para que quien la cobre,pueda gobernar; o sea, vivir con un dinero que nunca iban a controlar ni gastar ustedes y la otra parte a ponerse unos sueldos que a los que les firmaran no les llegarían nunca. La verdad es que no podría yo ni nadie pensar que propuestas tan infantiles y extravagantes se pudieran dar en una corporación de personas tan formadas y aparentemente serias; pero es lo que hay.

Y así llevamos mas de 25 años con la rémora de una administración desastrosa, con un montón de millones de euros pendientes de pagos por pleitos con responsabilidades del mismo partido que hoy aun gobierna Orihuela y con ellas o parecidas, hasta el infinito, ¡De pena!