La hoguera del Molino del Calvario prendió ayer en las cuatro esquinas de la calle Joaquín Chapaprieta con San José al filo de la una de madrugada. Los bomberos no tenían este año más faena en la fiesta de San Juan -solo se quemaba este monumento-, pero la comisión de fiestas del barrio y el alma mater de la celebración, el joven Alfredo Guillén, decidieron mantener el horario de los últimos años

Cientos de vecinos, muchos turistas, vieron arder la hoguera infantil y mayor y reclamaron el agua de los bomberos, que accedieron con generosidad a las peticiones, en especial, de los más pequeños.

De la hoguera adulta, con alusiones al actual gobierno local y nacional, se salvaron dos pequeñas banderas, una de Torrevieja y otra republicana, que adornaban un ayuntamiento manejado por hilos de un bufón, como una manioreta.

Tampoco fue pasto de las llamas el ninot que homenaje a los últimos calafates del barrio, en una actividad artesanal, cuyo último taller ha desaparecido de la ciudad hace unas semanas.

La concejal de Fiestas, África Celdrán, no apareció. Tampoco hubo presencia del resto ediles de la Corporación, ni del gobierno ni de la oposición, al menos durante el periodo en el que el monumento fue pasto de las llamas. El Ayuntamiento ha respaldado con medios materiales la celebración de esta fiesta, sin los que no hubiera podido salir adelante, pero lo cierto es que el desencuentro entre la concejalía y la comisión es evidente.