Resulta llamativo -cuando se cumple un año de desgobierno PSOE-EU- comprobar cómo el rico refranero español cuenta siempre con uno adecuado para describir situaciones tan surrealistas como las que estamos viviendo en el Consistorio. Durante años hemos soportado insultos y acusaciones de la oposición -ahora en el gobierno- por la forma «dictatorial y poco democrática» de presidir los Plenos que, según ellos, tenía el anterior alcalde Antonio Ángel Hurtado al contar con mayoría absoluta -convendría recordar que obtenida de manera democrática en las urnas- durante varias legislaturas. Pues bien, ahora asistimos a una vuelta de tuerca más, que no hace otra cosa que confirmar lo de que «otros vendrán que bueno te harán?»

Cada nuevo Pleno municipal es un bochornoso espectáculo presidido por un incapaz Jaime Pérez que no sabe o no quiere poner orden ni siquiera entre el público asistente, que se inventa los turnos según le conviene, que cambia horarios sin consultar con ningún grupo -a pesar de estar regulados y aprobados en Pleno- y que tiene una actitud completamente dictatorial y poco democrática. Es más, llegado el turno de preguntas a los concejales responsables de cada área, éstos pueden contestar absolutamente «lo que quieran o se les antoje» aunque nada tenga que ver con lo preguntado, dado que a eso es a lo que les animó -sin ningún rubor y ante el estupor de todos- el actual alcalde en el último Pleno. Como lo oyen.

A la falta de transparencia -que es justo de lo que siempre han presumido- se une el mutismo más absoluto en asuntos que -según ellos- eran gravísimos cuando estaban en la oposición y de los que éramos los únicos responsables.

Ahora que han cogido el sillón -y por poner solo un ejemplo- ya no consideran «dejadez de funciones» que el concejal de Ciclo Hídrico permita incumplir la Ordenanza de Vertidos al Alcantarillado y de que se sigan pagando las mismas multas por contaminar. La solución, al parecer, pasa por construir una nueva depuradora de la que no existen estudios medioambientales o técnicos, y de la que no tenemos ningún dato, aunque sí sospechas de que pretenden construirla muy cerca de El Saladar -y eso a pesar de que se llenan la boca de «transparencia»-. ¿Pasará igual que con la ocurrencia de la planta de transferencia de basuras?

La triste realidad es que no estamos mejor que hace un año. Necesitamos urgentemente volver a generar ilusión y contar con un proyecto de futuro y progreso, algo que lamentablemente, el actual equipo de gobierno es incapaz de aportar.

La marca Almoradí nos costó muchos años ponerla en valor; fue un trabajo y una inversión de todos, también de empresarios, comerciantes, hosteleros... y gracias a ello conseguimos ser un referente en eventos comerciales, gastronómicos, turísticos y culturales. Hoy Almoradí languidece por la apatía e incapacidad de quienes solo buscaban ocupar un sillón que no les pertenece.