Al gobierno de Calp (PP y dos grupos independientes) le salió ayer la vena torera. El alcalde, el popular César Sánchez, quien había proclamado que le disgustaba el «bou embolat», se ausentó ayer del pleno cuando se abrió la puerta de toriles. El morlaco que le tocaba lidiar era una moción de Sí se Puede Calp que reclamaba que se prohibiesen en el municipio los espectáculos de «bou embolat» y «encaixonat». El PP, con Manuel Cabrera de alcalde subalterno, eludió, de nuevo, suprimir estas modalidades de «bous al carrer». Cabrera admitió que compartían que se producía maltrato animal, pero sostuvo que el debate no corre prisa, ya que este año hay un acuerdo con la comisión de fiestas para que no programe «bou embolat». Y, a continuación, se sacó de la manga la propuesta de convocar un referendo y que sea el tendido (el pueblo, se entiende) el que decida qué hace Calp con el toro embolado. Con todo, cuando la oposición le dijo si lo de la consulta se votaba, Cabrera respondió con otro requiebro. «No es urgente», zanjó.