El semblante serio que caracteriza a Luis Fernando Cartagena no cambio demasiado desde que entró y hasta que salió del palacio de justicia. Acudió aparentemente tranquilo y salió de la misma forma, quizá porque sabía cuál era el resultado de la sentencia debido al acuerdo alcanzado entre su abogado y la acusación. Han sido más de 20 años de una instrucción que se ha acabado cerrando en la ciudad de la que fue alcalde, Orihuela, donde apenas ha ido desde que hace 20 años se mudó a Valencia. «Hoy es la primera vez que piso este juzgado» dijo en relación al edificio que sustituyó a las viejas instalaciones.

Llegó «absolutamente tranquilo» y todo indicaba que se fue de igual forma. No expresó ningún tipo de alivio tras haber puesto fin a este proceso. En definitiva, acabó aceptando que defraudó al fisco, pero en ningún momento lo expresó con tales palabras. Sí hizo una reflexión sobre que a veces «hay que tomar ciertos caminos». Esa determinación le evitó un juicio que podría haberle llevado de nuevo a prisión, como le ocurrió con el caso del donativo de 49.000 euros que las Hermanas Carmelitas del hospital municipal San Juan de Dios hicieron en 1993. El dinero fue gastado de forma indebida y no se ingresó en las arcas municipales. El exalcalde fue condenado a dos años de cárcel por el Tribunal Supremo y pasó varios meses entre rejas.