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La lucha diaria por la vida en el campo de concentración de Albatera

La catedrática Isabel Abellán ha escrito la biografía novelada de un preso republicano en 1939

La lucha diaria por la vida en el campo de concentración de Albatera

La de Isidro Benet es la historia real de un miliciano que no pudo huir hacia el exilio al término de la Guerra Civil y fue apresado en el puerto de Alicante. Se le trasladó entonces a uno de los campos de concentración más duros que hubo en España, el de Albatera, ubicado en territorio que ocupa hoy el municipio de San Isidro. La catedrática de Geografía e Historia Isabel María Abellán ha recogido su historia en una biografía novelada tras realizar un laborioso trabajo de investigación rescatando testimonios de las durísimas condiciones de vida y las medidas represoras a las que fueron sometidos los presos.

El libro, basado en hechos reales, fue presentado ayer en el Ateneo Socio cultural Viento del Pueblo de Orihuela. La escritora relató que la historia centrada en las vivencias de ese miliciano surgió a raiz de la presentación de otro libro anterior y relacionado con ese mismo campo de concentración, titulado «La Línea del horizonte». Lo expuso en las jornadas que cada año se celebran en torno a este oscuro episodio. «Fue allí donde pude conocer a Isidro, tenía entonces 93 años y fue un superviviente del que para muchos fue una instalaciones más crueles habilitadas tras la Guerra Civil». Permaneció preso todo el tiempo que duró el campo, desde el 1 de abril del 39 hasta finales de octubre o principios de noviembre de ese año». La fecha de su clausura es imprecisa «porque los presos no sabían el día ni la hora, estaban a la intemperie, en unas condiciones brutales». Se trataba de unas instalaciones construidas para 700 personas y al terminar la contienda fueron hacinados allí entre 20.000 y 21.000 presos.

«El campo estaba rodeado por dos alambradas, separadas por seis metros. La mortalidad era altísima, estaban desnutridos y se les torturaba. Padecían todo tipo de enfermedades y deshidratación. Sólo se les daba un poco de agua cada dos días. La gente enloquecía».

A través del testimonio de Isidro, con quien mantuvo horas y horas de charla para recuperar esta parte de la historia para muchos olvidada, pudo conocer que el Bando Nacional tuvo que reforzar la seguridad en el campo debido al gran número de presos, para lo cual dispusieron de guardas de origen marroquí. «Como descubrieron que las primeras noches hubo gente que se fugó, asesorados por los alemanes tomaron la decisión de enumerar a todos los encarcelados. Si desaparecía uno, se fusilaba al del número anterior y posterior».

«El cuadrilátero»

El libro empieza con un primer capítulo bastante duro, como dura fue la realidad de aquellos que vivieron presos en esas instalaciones. Se titula el cuadrilátero. «Era la tortura a la que sometían a los presos que iban a fusilar todos los días. Al amanecer los obligaban a formar para presenciar los fusilamientos. Los que iban a morir eran obligados a cavar su propia tumba y los demás tenían que gritar: España, una grande y libre».

Este libro «es fiel a su relato, es algo que he respetado totalmente. Es una historia continua de superación entre personas condenadas a vivir con la proximidad de la muerte».

Isidro sobrevivió a ese campo y gracias a su ingenio y audacia ayudó a salvar la vida de muchos otros presos. El miliciano catalán que conoció la peor cara de la Vega Baja falleció en 2011 «y este es un homenaje a su vida y a la de todos lo que sufrieron ese infierno».

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