Ha transcurrido un año de las municipales, como todos conocemos, aun siendo el PP la fuerza más votada se conformó un tripartito y en estos doce meses encontramos una Callosa paralizada. Ya no caben las excusas. Falta voluntad para tomar decisiones, resoluciones que se posponen, exhibición de una endémica debilidad en el pacto de gobierno, un municipio más sucio, más oscuro y sin una hoja de ruta. Han sido unos meses de retroceso y falta de iniciativas. Algo demasiado serio que perjudica a nuestros ciudadanos y todo ello sostenido por una flagrante falta de liderazgo. Este diagnóstico, subjetivo por supuesto, se basa en la percepción ciudadana. Las mínimas propuestas que se plantean no expresan más que conflictos y desencuentros cotidianos, dando lugar incluso a la emergencia de plataformas ciudadanas para proteger derechos y bienes.

No hay, y si existen no los conocemos, proyectos, no se trasmite la calma que nos permita avanzar en la buena dirección. La crisis es permanente y radica en las grandes diferencias de planteamientos radicalizados que alcanza hasta la mínima decisión política, lo que es un claro ejemplo del riesgo que se nos plantea ante lo que puede suceder en nuestro país si en un mañana no muy lejano pudiese surgir un pacto entre formaciones dispares, con grandes diferencias ideológicas y programáticas, esperando que sean los propios interesados, los administrados, quienes conformen el día a día, aunque ello sea una realidad distinta, incompatible en muchas ocasiones con la legalidad. Ello puede tener graves consecuencias, baste citar el mal llamado «Banco de Viviendas», obligando su propuesta a poner a disposición municipal la propiedad privada que en nuestro país sigue siendo eso: privada, simulando o acercándonos peligrosamente a otros países que hoy, por su triste situación, vemos en los medios. Pero la gran falacia de este tripartito llegó con el IBI, su estrepitosa subida y por ende de impuestos. La contribución urbana tenía una bajada aprobada por el Gobierno que se debía aplicar en el recibo de 2016, pero nuestro gobierno municipal tenía otros planes.

La falta de iniciativas es patente. Seguimos esperando soluciones para la entrada y salida de la ciudad por el barrio Salitre. Sus vecinos desalojados, viviendas apuntaladas y comercios con lucro cesante, pérdidas por la gran dificultad de acceso a los mismos, indemnizaciones? Nos encontramos con idéntica o parecida situación en la Rambla Baja. Confiamos en que sean menos de 8 meses, que ya han transcurrido en la anterior zona la que permita la solución para y por el bien de Callosa, dejándose aconsejar por los técnicos, que son muchos y competentes.

Los partidos que conforman el tripartito deben ser conscientes que estas cosas y muchas más suceden por falta de un objetivo común y que más allá de pactos, se debe contribuir a mejorar la calidad de vida y no sólo y exclusivamente contribuir a generar inquietud. Hay que procurar la inversión pública y la privada. Y, sobre todo, garantizar y generar confianza y respeto al que suelen faltar un día sí y otro también. Faltan ideas, ganas, proyectos, diseño, construcción en positivo. No basta sólo con rechazar y clausurar lo que ya existe. Al menos se debe, por deferencia, ofrecer alternativas. Tras un largo año ya no les vale única y exclusivamente hurgar en el pasado. Todos esperamos propuestas, trabajo y que se empiece a mirar hacia adelante. Diseñar, planificar, proyectar y, con acuerdos y trabajo, gobernar. Gestionar es mucho más que salir en fotos. Se requiere voluntad y ganas, profesionalidad y esfuerzo, liderazgo, generosidad y humildad.

Los proyectos finalizados y los iniciados con gestiones de anteriores legislaturas están paralizados o no están. Gobernar y buscar el bien común también implica saber aceptar las cosas promovidas por quienes nos han precedido y no sólo vale instalarse en el reproche, en deshacer lo construido y en paralizar todo o buena parte de lo que el PP puso en marcha. Y aunque no existe la perfección total y absoluta y los errores y equivocaciones también forman parte de la realidad de tiempos pasados y futuros -las decisiones no siempre son acertadas- debemos intentarlo desde la buena fe y trabajo incansable, que desde luego no se intuye en las actitudes extremas, imposiciones inadmisibles y comportamientos erráticos. ¿La nueva política está en las meras intenciones con pequeño contenido? Responsabilidad, altura de miras, trabajo y búsqueda incansable del bien común, estos son los principios que deben inspirar nuestra forma de trabajar, y sólo siendo coherente con ellos y asumiendo que Callosa está por encima de todo.